Puede que no lo sepas, pero el 30 de mayo se celebra por primera vez el Día Internacional de la Papa. En un mundo asolado por los conflictos, el cambio climático y la inestabilidad económica, este humilde tubérculo es un héroe inesperado.
La papa, originaria de los Andes de nuestra región, es un sustento de rápido crecimiento y alto rendimiento. Este alimento ha sido clave para nutrición culturas originarias de américa del sur desde hace alrededor de 10 mil años. Y hoy, con siglos de cambios y globalización, se ha vuelto un alimento vital para las personas que se enfrentan al hambre crónica en todo el mundo.
A finales de 2023, casi 800 millones de personas a nivel global luchaban contra el hambre crónica y 350 millones más no sabían de dónde vendría su próxima comida. Esto representa un incremento de 200 millones de personas en comparación con los niveles prepandemia, y aunque las razones del aumento de la inseguridad alimentaria son complejas y de muchas aristas, es vital encontrar cultivos sostenibles resistentes al clima, flexibles y de rápido crecimiento para luchar contra el hambre.
El cultivo de crisis definitivo
En Practical Action creemos que la papa puede desempeñar un papel crucial a la hora de abordar algunos de los problemas a los que se enfrentan las personas con las que trabajamos, por lo que la hemos incluido en nuestros programas agrícolas por las siguientes razones:
- Alto valor nutritivo: La papa aporta valiosos carbohidratos, vitaminas y minerales, lo que la hace especialmente importante para la seguridad alimentaria, sobre todo en regiones con acceso limitado a una dieta variada.
- Popular: Alrededor de 1.300 millones de personas consumen papa en todo el mundo, lo que la convierte en el tercer cultivo más consumido a nivel mundial.
- Resiliencia: La papa puede crecer en diversos entornos, desde las regiones de gran altitud de los Andes hasta las tierras áridas de África. Esta adaptabilidad la convierte en un cultivo atractivo para las y los agricultores que se enfrentan a las adversidades.
- Ciclo de crecimiento corto: La papa tiene un ciclo de crecimiento más corto que muchos otros cultivos básicos, lo que permite cosechas rápidas y una recuperación más rápida durante una crisis. Esto proporciona a las y los agricultores una fuente vital de ingresos que puede ayudar a mitigar los efectos de las dificultades económicas.
- Versatilidad: Se puede hervir, hornear, hacer puré, freír o convertir en innumerables creaciones culinarias, y ahora el almidón de papa se utiliza como alternativa a los plásticos. Se pueden encontrar materiales que utilizan papas en envases alimentarios sostenibles.
- Larga conservación: A diferencia de las frutas y verduras perecibles, la papa puede almacenarse durante largos periodos sin perder su valor nutritivo. Este rasgo esencial reduce el desperdicio y permite hacer acopio para satisfacer sus necesidades alimentarias cuando otras opciones puedan escasear.
- Alto rendimiento: Con las técnicas de cultivo adecuadas, la papa es uno de los cultivos más productivos por unidad de tierra, lo que la convierte en una opción especialmente atractiva para las y los pequeños agricultores.
De cultivo ancestral a sustento global
Originaria de los Andes hace unos 10 mil años, la papa ha recorrido un extraordinario camino. Aunque al principio se enfrentó a la resistencia y el escepticismo, la papa fue adoptada de forma masiva en lugares donde ofrecía una fuente confiable de alimento para regiones con climas difíciles y suelos pobres.
En Europa, alivió considerablemente la escasez de alimentos durante los siglos XVIII y XIX y contribuyó al crecimiento demográfico y económico. La papa también se considera una verdura de clima frío, potencialmente amenazada por el cambio climático y un clima más cálido. Pero con unas 5.000 variedades diferentes disponibles, es una excelente opción cuando se busca un cultivo nutritivo que pueda resistir las fluctuaciones climáticas.
En Irlanda, sin embargo, la excesiva dependencia de una sola variedad de papa, la “Lumper”, condujo al desastre durante la Gran Hambruna de mediados del siglo XIX, poniendo de relieve los riesgos del monocultivo y la falta de diversidad de cultivos.
Fuera de Europa, su impacto en las economías mundiales y en la seguridad alimentaria también es profundo. En China y en la India, el cultivo de la papa ha ayudado a mantener enormes poblaciones, proporcionándoles una fuente nutritiva y eficiente de calorías.
Maria Claudia Valdivia, líder en agricultura y negocios verdes de nuestras oficinas en América Latina, nos dice:
“La papa, que es un cultivo nativo de los andes, tiene un rol importantísimo más allá de los límites geopolíticos. Es el tercer cultivo más consumido en el mundo y clave para hacer frente al hambre, pero también continúa teniendo un rol clave a nivel local. La papa representa una oportunidad de desarrollo para las comunidades andinas: los mecanismos de conservación de la agrobiodiversidad pueden asegurar la adaptación de estos productores al cambio climático.
Esta agrodiversidad que fortalecemos a nivel local y que conservamos en el tiempo, puede contribuir a continuar construyendo resiliencia para las futuras generaciones en nuestros países, pero también representa una oportunidad para las comunidades de todo el mundo. El conocimiento tradicional de las comunidades andinas es muy valioso y, si se fortalecen los sistemas alimentarios con el soporte de una asistencia técnica adecuada, pueden ayudar a hacer frente a los impactos del cambio climático y la inseguridad alimentaria a nivel global.”
Cultivar la resiliencia en todos los continentes
En el Sudán actual, la guerra civil ha desplazado a millones de personas, ejerciendo una enorme presión sobre los sistemas alimentarios y las tierras agrícolas productivas que ya luchan contra el cambio climático y la escasez de recursos hídricos.
Nuestra Directora de Sudán, Muna Eltahir, dijo: “He visto de primera mano cómo los conflictos y el cambio climático están provocando una hambruna que pone en riesgo a nuestras comunidades. En lugares como Sudán, la guerra arranca a las familias de sus hogares, aplasta sus formas de vida y sume economías enteras en el caos, dejando como secuela hambre y adversidad. Y como el clima sigue cambiando, nuestras vidas, cultivos y capacidad de valernos por nosotros mismos se están viendo duramente golpeados.”
Al adoptar prácticas de cultivo de la papa que dan prioridad a la conservación del agua, las y los agricultores han disfrutado de valiosas cosechas al tiempo que minimizaban la presión sobre recursos ya de por sí limitados. Gracias a su estrecha colaboración, estos agricultores enseñan ahora a sus compañeros y compañeras a seguir su ejemplo.
Trabajamos activamente con más de 20.000 agricultores, entre desplazados internos y comunidades de acogida, en los estados de Kassala y Nilo Azul. El objetivo es mejorar los medios de subsistencia de las y los agricultores, impulsar la economía local y crear un efecto cascada en la seguridad alimentaria regional mediante el cultivo y la venta de papas y camotes.
El Responsable del Proyecto ‘Enfoque de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles para Sudán’, Intisar Mustafa, dijo: “La papa ofrece varias ventajas a las familias en periodos de conflicto, gracias a su corto periodo de crecimiento. Permite un suministro constante de alimentos con rendimiento más rápido. Incluso las y los agricultores que no tienen experiencia previa al cultivo de la papa han aprovechado este nuevo proyecto como una oportunidad para mejorar sus habilidades y conocimientos, reforzando en última instancia sus capacidades.”
En otros lugares, como Perú, Bolivia y Nepal, donde las y los agricultores utilizan la papa no sólo como alimento para sus familias, sino también para su ganado, Practical Action reconoce el valor de la papa desde hace décadas.
En los paisajes andinos de Perú y Bolivia, donde las comunidades locales cultivan y consumen papas desde hace miles de años, Practical Action se centra en apoyar a las y los agricultores para que se adaptaran a las condiciones más duras agravadas por el cambio climático.
En el proyecto Alturas Canchis, trabajamos estrechamente con familias rurales quechuas y aimaras, que se enfrentaban a importantes vulnerabilidades debido a su exposición a riesgos climáticos extremos, como granizadas, heladas y sequías.
Este trabajo condujo al desarrollo de un modelo de gestión sostenible de los recursos naturales para estas regiones altoandinas, que incluye formación de agricultores locales y promotores campesinos conocidos como kamayoq, incluyendo diversificación de semillas, sistemas de riego y un mejor acceso al mercado y a la financiación.
“La gran variedad de papas nativas es una enorme fuente de oportunidades de resiliencia. Por ejemplo, en Perú, existen experiencias trabajando con productores a través de la siembra de microparcelas en diferentes pisos altitudinales que brindaban opciones para asegurar algún nivel de cosecha a pesar de lo impredecibles que puedan ser las temperaturas año a año debido al cambio climático.” Nos comenta Maria Claudia Valdivia desde nuestras oficinas en América Latina.
También hemos trabajado con comunidades remotas de los Andes para desarrollar nuevos mercados para variedades de papa nativas y raras. El resultado ha sido la publicación de un informe sobre variedades nativas de papa destinado a mostrar la importancia que pueden tener para la biodiversidad como parte de un sistema agrícola para pequeños agricultores, demostrando además la notable capacidad de la papa para prosperar en casi cualquier entorno.
En Nepal, ayudamos a las y los agricultores a cultivar papas como parte de su estrategia de adaptación al clima y diversificación de cultivos a través de las “escuelas de campo para agricultores” (o ECAs) en los remotos distritos occidentales donde estamos aplicando nuestro programa UK Aid Match.
En todo el mundo, donde los conflictos y los cambiantes patrones climáticos plantean constantemente retos profundamente complejos, las buenas cosechas de papas están llevando esperanza a las comunidades. Combinando la sabiduría tradicional con técnicas modernas y nuevas variedades, nuestros proyectos contribuyen a crear más oportunidades para que las y los agricultores obtengan ingresos y para que las comunidades accedan a una seguridad alimentaria suficientemente nutritiva, impulsando su resiliencia.