Comunidades chiquitanas resilientes para enfrentar los desastres
Escrito por: Miriam Coyo, Mónica Cuba
En los últimos años la Chiquitania se ha visto afectada por los constantes incendios forestales; la mayoría de ellos, ocasionados por el chaqueo, o quemas que se realizan para la siembra o la crianza de ganado. En el año 2019, más de 1.9 millones de hectáreas de Bosque Seco Chiquitano se vieron afectados a causa de los incendios, poniendo en riesgo la salud y vivienda de cientos de familias que se vieron perjudicadas principalmente en sus medios de vida (WWF, 2020).
900 comunidades se ubican dispersas por toda la región de la Chiquitania; además, representa el espacio de vida de los pueblos indígenas chiquitano y ayoreo (INE, 2012). Su economía (de subsistencia) está basada en la combinación de diferentes actividades como la agricultura, ganadería en pequeña escala, caza, aserraderos y sistemas agroforestales.
Incendios forestales y su afectación a los pueblos indígenas
Los incendios forestales no son hechos aislados. De hecho, cada año el departamento de Santa Cruz registra este tipo de eventos adversos, debido a las actividades como el chaqueo, provocando daños no solo a las comunidades, sino también al bosque chiquitano. Durante 2021, 2.859.947 de hectáreas forestales se vieron afectadas por los incendios, de los cuales el 57% corresponden a áreas protegidas, también 56.565 focos de quema (El Deber, noviembre, 2021).
En agosto de ese año, el municipio de San José de Chiquitos se declararó en estado de emergencia y desastre, debido a los múltiples eventos adversos que golpearon a este territorio (helada, sequía y principalmente los incendios). “La afectación de los incendios se ha visto reflejada principalmente en tres factores: el primero en la salud, donde las personas se vieron intoxicadas a causa del humo; segundo, se han perdido áreas forestales en concesiones privadas; y tercero, la biodiversidad que caracteriza al bosque Chiquitano se ha visto fuertemente afectada”, comentó Osmán Rodríguez, Director de Desarrollo Económico y Medio Ambiente.
Asimismo, Dario Soleto, responsable de la Unidad Forestal del municipio, señaló que para la mitigación de los incendios se ha trabajado conjuntamente con actores principales como la policía boliviana, el regimiento militar 13 Montes, la ABT, la brigada de bomberos del parque Santa Cruz la Vieja y bomberos voluntarios.
Por una Chiquitania Resiliente
Son múltiples las amenazas que azotan a la Chiquitania. Desde el 2020, el proyecto Resiliencia Chiquitania, financiado por el Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea, trabajó en la identificación de riesgos ocultos y prontas respuestas para la reducción de vulnerabilidad y fortalecimiento de medios de vida de las comunidades.
El proyecto trabajó con 5 componentes orientados a fortalecer los medios de vida agropecuarios- forestales en los municipios San José de Chiquitos, Concepción, San Ignacio de Velasco y San Miguel. Tanto FAO (líder del Consorcio Resiliencia), como Practical Action se avocaron a los medios de vida productivos y el fortalecimiento de la gobernanza territorial desde la Gestión del riesgo. UNICEF se enfocó en la nutrición, salud, agua y saneamiento, Visión Mundial en Educación y OIM trabajó con los riesgos ocultos.
Practical Action situó sus acciones en el municipio de San José de Chiquitos, en coordinación cercana a su Gobierno municipal. Las primeras acciones realizadas en estas comunidades se basaron en la ayuda humanitaria y en la rehabilitación productiva como respuesta a la baja disponibilidad de alimentos resultado de la pandemia de la COVID-19 y de los incendios y sequía en la zona. Posteriormente, según normativa del Viceministerio de Defensa Civil, se trabajó en el fortalecimiento de normativa e instrumentos para la Gestión del riesgo municipal y en la ampliación de capacidades de las y los actores municipales para cumplir adecuadamente este rol.
Además, se trabajaron estrategias de producción bajo sistemas agroforestales en parcelas, huertos familiares, producción de bioles, compost, etc, para fortalecer los medios de vida agrícolas de 13 comunidades y asegurar la disponibilidad de alimentos. Para que estas estrategias sean sostenibles y exitosas se trabajó también en estrategias de abastecimiento de agua para fortalecer los medios de vida productivos (rehabilitación de sistemas de agua comunal, diferentes tecnologías para el riego). El rescate e integración de saberes, prácticas, y tecnologías ancestrales, sobre todo de las poblaciones indígenas, fue importante para reconocer la resiliencia de estas comunidades e integrar acciones en favor del fortalecimiento de la misma.
Entre pandemia y amenazas naturales
Como respuesta frente a la crisis de salud a causa de la Covid-19, una de las soluciones aplicada al núcleo familiar fue la implementación de huertos y patios familiares en comunidades rurales. Estos son una alternativa para poder cultivar hortalizas de manera orgánica para el beneficio de las familias y son parte de las estrategias para el Manejo Integral y Resiliente de la Agricultura Familiar (MIRAF).
El proceso inició con la dotación de semillas de hortalizas y semillas anuales; asi mismo, alrededor de 130 familias recibieron plantines de distintas especies (medicinales y frutales): café, limón, carambola, sinini, mango, entre otros. Con la entrega de estos plantines y la capacitación in situ, se fomentó a la producción de alimentos diversificados en favor de la seguridad alimentaria de estas poblaciones. Se trabajó además con conceptos y prácticas para el aprovechamiento de las semillas y del material vegetal y dar sostenibilidad a la producción de estos cultivos.
Fátima Oliveira (comunidad San Juan), fue una de las beneficiadas con la variedad de plantines que se entregaron. Fátima señaló que a causa de la pandemia y la sequía, el huerto que tenían en su casa se vio gravemente afectado: “…con la entrega de semillas de hortalizas y los plantines tenemos una nueva oportunidad para sembrar y cosechar el siguiente año».
Buenas prácticas a partir del CECADER
Los Centros de Capacitación y Difusión de Estrategias Resilientes (CECADER) son espacios de construcción familiar, comunal u organizacional participativa que permiten la capacitación entre pares y el diálogo de conocimientos y saberes y su aplicación en prácticas que permitan gestar estrategias integrales para fortalecer la resiliencia de las comunidades, con un enfoque de Gestión del riesgo contextualizado.
Una de las finalidades de los CECADER es precisamente la difusión de estrategias que van vinculadas a tecnologías y prácticas para fortalecer la resiliencia local e inspirar su réplica en otras familias, comunidades y municipios. En ese sentido, este espacio de acciones integradas desde los 5 componentes del proyecto, apuntaron a fortalecer a las comunidades de la Chiquitania y su resiliencia de medios de vida agropecuarios- forestales.
Como se mencionó antes, los incendios forestales tienen un impacto negativo en la seguridad alimentaria de las familias, que muchas veces han perdido sus cultivos o se han visto imposibilitados de desarrollar las siembras que tenían programadas a causa de las amenazas constantes. Esto provoca baja disponibilidad de alimentos y un impacto en la economía de las familias, aumentando su situación de vulnerabilidad.
Como parte de las acciones del CECADER, Practical Action inició talleres de capacitación enfocados al fortalecimiento de las comunidades. Jhonny Canqui, técnico de Practical Action mencionó que durante las capacitaciones se compartieron prácticas que aportan a la resiliencia de medios de vida, como por ejemplo la elaboración de abonos orgánicos: “… viendo que los suelos en esta parte de la región están erosionados, y por ende menos favorables a las necesidades de producción agrícola que estas familias y comunidades demandan, se ha visto pertinente incorporar el compost y el humus de lombriz con el fin de ayudar a la regeneración de la tierra para que las comunidades puedan producir sus propios alimentos sanos y nutritivos y así con el tiempo generar un ingreso para el consumo local”.
Otra estrategia relacionada con el recurso hídrico y el fortalecimiento de la resiliencia de los medios de vida, se basó en la innovación tecnológica y del trabajo conjunto con las comunidades, la empresa de agua municipal y el mismo GAM para restablecer/ ampliar sistemas de agua comunales. Con estas acciones se buscó incrementar la disponibilidad de agua para lo productivo y reducir la vulnerabilidad en temas de salud a partir del uso de agua de río, que se destinaba sobre todo para el riego de los huertos familiares. En este sentido, 452 familias fueron beneficiadas con el mejoramiento de los sistemas de acopio y almacenamiento de agua para la agricultura. La estrategia planteada puede ser replicada por otros municipios cercanos con las mismas amenazas sequía e incendios constantes.
En la comunidad de Pororó se implementaron parcelas demostrativas de cultivo de hortalizas, bajo dos diferentes métodos de riego semi tecnificado (por goteo e hidrogel), con el fin de realizar un uso eficiente del agua en parcelas familiares. Esta actividad se ha venido desarrollando en coordinación con el Instituto Técnico Erwin Reck Stemmer (ITERS), con el fin de minimizar la vulnerabilidad de los cultivos a la época seca de la región. La innovación rápidamente captó el interés de las familias de esta comunidad, así como de otras comunidades.
El trenzado de lo ancestral y la resiliencia
Como una forma de rescatar y revalorizar prácticas, saberes y tecnologías ancestrales de la Chiquitania, se efectuó la primera feria de saberes ancestrales, donde se puedo observar el conocimiento e innovación en tecnologías para la conservación de semillas, alimentos, agua y medicina tradicional. Todo ello como parte orgánica importante de la construcción de la resiliencia en las comunidades que transciende el tiempo y que integra conocimiento, práctica y tecnología en los medios de vida de poblaciones sobre todo indígenas.
Juan Justiniano es un agricultor de la comunidad Quituquiña. Desde niño en su casa conservan la semilla del maíz en un Perchel; una tecnología ancestral que todavía utiliza. “Este Perchel nos ayuda asegurar la semilla para la siembra del siguiente año; pero también para que mi familia pueda tener alimento durante el año y que no nos falte maíz, ya sea para nosotros como para nuestros animales”.
La infraestructura del perchel está diseñada para evitar el contacto de la mazorca de maíz con el suelo; esto evita la concentración de humedad y que el insumo primordial se pudra. Asimismo, está fabricado con materiales que se pueden encontrar fácilmente en la comunidad, por ejemplo: la madera.
Como el perchel, existen otras tecnologías y prácticas que apuntan a la conservación de semillas, alimentos y del agua. Estas comunidades son dueñas también del conocimiento de los indicadores biológicos, esenciales para los medios de vida que se transmiten de generación en generación.
Brigadas locales para la primera respuesta frente a incendios
Otra de las acciones importantes, fue la conformación de cuadrillas comunales de respuesta en 12 comunidades de este municipio. Estas comunidades recibieron capacitaciones con el objetivo de crear frentes de resguardo ante la amenaza de incendios forestales que se da año tras año en la zona.
“Con esta capacitación se busca conformar una cuadrilla que sea capaz de dar una pronta respuesta ante los incendios en cada comunidad y que tenga el conocimiento suficiente sobre lo que se debe hacer al momento de una quema, esto con el fin de evitar pérdidas de vida humana”, comentó Raquel Menacho, bombera voluntaria y capacitadora del taller.
Por su parte, Dalmiro Paraba (comunidad Pozo del Cura) resaltó lo siguiente: “yo no sabía que había tantas herramientas, pero gracias a este taller he visto que existen las mochilas de agua, mata fuego, azadón, el rastrillo, la picota, pero sobre todo aprendí a utilizarlos en caso de un incendio”. Mary Esther Silva ( comunidad Cruz Blanca) habló sobre la utilidad de este proceso para las comunidades: “entre las amenazas que más sufre mi comunidad es la sequía y los incendios por lo que tener una cuadrilla de bomberos que sea de la misma comunidad nos va a ayudar a actuar de mejor manera a la hora de mitigar el fuego”.
Un enfoque integral, multiactor y multisector en lo local para la resiliencia y la gestión del riesgo
Benito Aguilar, presidente de la Central Indígena Turubó, señaló el proyecto Resiliencia Chiquitania dio solución práctica a los problemas que sufren las comunidades de San José de Chiquitos, “de alguna manera el proyecto ayudó a paliar algunas problemáticas que dejaron como secuela de la Covid-19, los incendios forestales, la sequía y helada que vivimos este año, dando soluciones con la mejora a los sistemas de agua, entrega de semillas y plantines sin dejar de lado los talleres de fortalecimiento”.
Bajo el enfoque integral, multiactor y multinivel, los logros alcanzados por el componente de medios de vida beneficiaron no solo a 13 comunidades de San José de Chiquitos, donde el proyecto tuvo incidencia.
En un trabajo coordinado con el GAM San José de Chiquitos se logró trabajar con actores locales y multinivel para fortalecer la resiliencia de los medios de vida agropecuarios- forestales de las comunidades. La participación de la población fue determinante para la conclusión satisfactoria de las acciones.
La formación de promotores de medios de vida y de responsables comunales para la gestión del riesgo fueron parte importante de las acciones y de la sostenibilidad de las mismas; el liderazgo y perseverancia de estos actores facilitará el conocimiento en cascada y la institucionalidad de conceptos y prácticas necesarias para fortalecer la resiliencia en lo local.
El Gobierno autónomo municipal avaló las acciones de lo local con la promoción de una ley de gestión del riesgo municipal y la formalización de sus instrumentos de planificación y respuesta. Este fue el resultado de un proceso que las autoridades municipales siguieron a partir del entendimiento del riesgo y las múltiples amenazas de las comunidades que son parte de este espacio territorial y el compromiso con la población de contar con las medidas y respaldos suficientes para prevenir y, de ser necesario, atender cualquier situación adversa.
El proyecto Resiliencia Chiquitania fue implementado por FAO, Practical Action, UNICEF, OIM y Visión Mundial, en coordinación con el Viceministerio de Defensa Civil, con el financiamiento de la dirección de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea.