Diversificar para reactivar
Escrito por: Carlos Rueda, Maria Claudia Valdivia, Jose Tirabanti, Shirley Pazos
En tiempos de crisis, las estructuras económicas y la capacidad de respuesta de instituciones públicas y privadas se ponen a prueba, los medios de vida de las y los productores y pequeños comerciantes se afectan, las prácticas cotidianas son cuestionadas al haber evidenciado su falta de resiliencia ante cambios abruptos. Es en este contexto, cuando se hace más presente que nunca la importancia de atender a estos problemas de forma ingeniosa y articulada que permita mitigar y evitar nuevas emergencias. La agroforestería y la diversificación productiva surgen como una opción ante está problemática.

El sector agropecuario está siendo fuertemente golpeado por la pandemia, especialmente las cadenas productivas que no han sido catalogadas de primera necesidad y tienen restricciones de mercado y transporte. Un caso visible es de las personas dedicadas a la producción cafetalera y cacaotera, quienes al igual que muchas y muchos pequeños agricultores, poseen bajos niveles de educación, bajos ingresos, dependencia a un solo cultivo, limitada mano de obra y un escaso acceso a la asistencia técnica, el mercado y los créditos. La combinación entre la paralización nacional que está viviendo el sector y la situación de pobreza y precariedad de los productores producirá impactos sociales y económicos sin precedentes en toda la cadena de valor y sobre todo a los pequeños productores los cuales no están preparados para una situación así.
Si bien durante la emergencia se han mantenido los precios internacionales del café y el cacao, la cuarentena obligatoria declarada por los gobiernos peruano y boliviano ha paralizado estos sectores. Esta medida repercute en el precio interno y ha congelado las opciones de recibir ingresos para subsistir. Queda en incertidumbre la cosecha y el mantenimiento por parte de los jornaleros, la apertura de mercados locales como cafeterías y por tanto el empleo de mano de obra relacionada (tostaduría, cata, etc.), los tratos de exportación, el transporte, la disponibilidad de conteiner y la apertura de fronteras, tanto nacionales como internacionales, aún es bastante incierta en el escenario actual. Esta situación los pone en especial estado de vulnerabilidad, sobre todo por la alta dependencia de ingresos que tienen por los monocultivos de café o cacao, y el riesgo de perder muchas áreas de producción por incremento de enfermedades de los cafetales que proliferan por falta de mantenimiento. Se pueden buscar soluciones temporales como subvenciones o donaciones que aliviarán en el corto plazo, pero si queremos realmente hacer un cambio en esta situación de riesgo, hay que planificar más allá del estado de emergencia.
Si bien frenar la curva de contagio del Covid 19 es el problema más apremiante de todas las agendas gubernamentales, llamamos la atención a no perder de vista un problema aún mayor y que está estrechamente relacionado a la transmisión de enfermedades virales. Hablamos del cambio climático, un fenómeno que trae consecuencias ambientales, sociales y económicas que afectan sobre todo a las poblaciones más vulnerables que dependen directamente de los ecosistemas.
Frente al cambio climático, el Estado, los organismos de cooperación y sociedad civil llevan años desarrollando pilotos de prueba de tecnologías y modelos que mejoren la productividad y resiliencia de los productores y los paisajes cafetaleros y cacaoteros. La respuesta está en parte en la diversificación de su producción, que reduce su vulnerabilidad.
En Perú, en los últimos 30 años, Practical Action ha desarrollado y testeado los Sistemas Agroforestales Multiestrato (SAM), en especial en San Martín. Estos sistemas son una solución viable para enfrentar los riesgos de cambio climático a través de diferentes beneficios como, por ejemplo, mejorar la productividad y calidad de sus productos para asegurar los ingresos de los productores y fortalecer su capacidad para adaptarse al cambio climático. Además de los beneficios que brindan a los productos agrícolas, los árboles plantados para estos sistemas pueden servir como una fuente de ingreso alternativa con fines de ahorro o fuente de capital. Por otro lado, se ha analizado la relación y beneficios de los SAM en parcelas de café en Cajamarca, con la gestión sostenible de la biodiversidad en zonas aledañas a áreas de protección; y se está fortaleciendo dicho modelo al desarrollar prácticas agroforestales con los productores cafetaleros locales, que conserven la biodiversidad y ecosistemas colindantes, evitando la deforestación y promoviendo la reforestación y conservación de ecosistemas frágiles.
En el caso de Bolivia, Practical Action viene trabajando principalmente en la Amazonía para implementar buenas prácticas de producción para el manejo de rodales de cacao silvestre (selección de semillas, domesticación de variedades para la agricultura familiar bajo sistemas agroforestales, entre otros) como medidas de adaptación a las variaciones climáticas y conservación de la biodiversidad, principalmente en comunidades indígenas y zonas susceptibles a la inundación, con el objetivo de poder diversificar las fuentes de ingresos de los productores, asegurar la seguridad alimentaria, así como generar comunidades autónomas y resilientes en casos de asilamiento por emergencias climáticas o sanitarias, como esta última.

Además, en los últimos 5 años, en ambos países se está evaluando los impactos positivos de la diversificación de las fuentes de ingresos con el desarrollo de negocios verdes, obteniendo como resultando que los productores son ahora más resilientes ante el cambio de precio del café, o situaciones de emergencia como la que vivimos actualmente, ya que también desarrollan actividades económicas alternativas, asegurando la seguridad alimentaria de su familia y disminuyendo así la presión que ejercen sobre los bosques adyacentes. Por lo tanto, es necesario innovar y escalar experiencias integrales como las mencionadas que busquen el desarrollo económico de los pequeños productores de una manera sostenible, ayudándolos a adaptarse al cambio climático o a la crisis sanitaria, y a las consecuencias que estas traen, a la par de conservar los hábitats y la biodiversidad local.









En el marco del desarrollo de políticas, para reducir los impactos del COVID-19 y los problemas que enfrenta el sector, es necesario articular esfuerzos entre el gobierno nacional. Los recientes Decretos Supremos en Perú y Bolivia que declaran Estado de Emergencia Nacional a consecuencia del brote del COVID-19 y los subsiguientes decretos o medidas en el marco de esta pandemia deben tener un correlato con los planes de desarrollo agrícola y ganadero, así como con los compromisos climáticos (NDC) y de conservación. Con el norte claro de estas normativas alineadas, se deberán realizar las acciones de implementación a nivel regional y local para llegar a los productores, y de esta forma tener acciones de respuesta y prevención frente a situaciones críticas. Estas acciones deben incluir recomendaciones sanitarias como las brindadas en Perú por el Instituto Nacional de Calidad (INACAL), los ministerios de Salud, Producción y Agricultura y de protocolos específicos para las diferentes cadenas de producción agrícola o ganadera, como los presentados por la Junta Nacional del Café en Perú para los productores, cooperativas, entre otros los actores de la cadena del café.
En el caso de Bolivia, se debiera trabajar de forma articulada con la Institución Pública Desconcentrada Soberanía Alimentaria (IPDSA), el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (SENASAG), los ministerios de Salud, Desarrollo Rural y Tierras, Medio Ambiente y Aguas y otros actores de la sociedad civil representativos de los productores como la CIOEC Bolivia, la AOPEB, FECAFEB, El Ceibo, entre otros, para el desarrollo de los planes de recuperación y salvataje, así como protocoles específicos para estas cadenas. Por otro lado, a nivel internacional, la emergencia abre la oportunidad para reforzar lazos de cooperación internacional, mirando en el corto y mediano plazo, hacia una agenda con eje en el desarrollo productivo con inclusión y cohesión social.

A continuación, dejamos estas preguntas para que generen el debate y análisis dentro de cada sector que está siendo afectado por esta crisis: ¿Podría la pandemia de COVID-19 ser el catalizador de una transformación social hacia la sostenibilidad ambiental y económica?, o ¿los esfuerzos por restaurar los negocios como de costumbre generarán un nuevo aumento de las emisiones de carbono y perdida de ecosistemas, pero también aumentarán el miedo y la desconfianza de resistir otra crisis similar? ¿Cómo tendrían que cambiar los actuales sistemas productivos para garantizar los flujos de oferta y demanda que integran el mercado nacional e internacional de café y cacao? ¿Cómo la innovación tecnológica podría aportar a la recuperación de estas cadenas de valor? ¿Cuál es la dimensión real que afecta a aquellos grupos vulnerables (mujeres y jóvenes) que se benefician de empleos temporales en ambas cadenas productivas?
Interrogantes sobre las que aún debemos construir respuestas, pero que apuntamos abran el diálogo entre diferentes actores que desde su experiencia pueden sumar hacia una agricultura que funciona.