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El momento de nuestras economías locales

Escrito por: Alicia Quezada, Directora Regional de Practical Action en América Latina

El impacto social y económico de la pandemia en América Latina es el resultado de una crisis sanitaria cuya solución se ha postergado hace décadas. Sin embargo, no es su única causa, y hoy, las vulnerabilidades que pensábamos conocer muestran la profunda crudeza de sus implicancias.

Pese a la respuesta del gobierno, las décadas de baja inversión pública en salud y educación, la persistencia de un sistema económico informal y la invisibilización de la población rural contribuyeron a que la pandemia tenga un enorme impacto en el Perú. Hospitales desabastecidos, una economía paralizada que intenta reactivarse, educación virtual insuficiente en zonas urbanas y casi inexistente en zonas rurales, y agricultores/as con medios escasos para distribuir sus productos o dependiendo de cadenas de valor desfavorables. Nuestra historia de éxito económico fue tan ilusoria como fugaz ya que estuvo de espaldas a la realidad de las y los más vulnerables. Sabíamos que dicho éxito escondía gran desigualdad, pero poco se ha reflexionado sobre la centralización. La tercera parte de la población vive en Lima, con altos niveles de hacinamiento e informalidad. Estos son algunos de los factores que nos han llevado a los primeros puestos de los países con mayor cantidad de casos de COVID-19 en el mundo.

Estos no son problemas nuevos, convivíamos con ellos y configuraban nuestra normalidad. Ahora debemos preguntarnos: ¿queremos “regresar” a esa normalidad?

Estamos ante una oportunidad histórica para repensar nuestras prioridades y encaminarnos mejor. A la luz de nuestra experiencia, hemos visto que esto es posible. En Practical Action sabemos que para impulsar el desarrollo –uno inclusivo, sostenible y justo–, el primer paso es fortalecer capacidades locales e invertir y potenciar el talento de manera descentralizada.

Sin embargo, este tema en la agenda nacional ha quedado entrampado debido a la corrupción a todo nivel. Y si bien existen “islas” lideradas por autoridades que revelan buenas prácticas de gestión, esta es una lucha en la que todos/as debemos unir fuerzas. Con nuestros votos y participación ciudadana, apuntemos a crear una gobernabilidad regional fortalecida, sistemas de salud y educación que inviertan en nuestra gente, y economías locales más dinámicas.

Peruanas y peruanos están regresando a sus comunidades rurales de origen, dejando atrás las ciudades que resultan ser las zonas de mayor tasa de contagio. A fines de abril alrededor de 167 mil peruanos se habían inscrito en sus gobiernos locales solicitando ayuda para regresar. En muchos casos, cuando estas personas regresen, encontrarán las limitaciones que les hicieron migrar. Así que aunque no se sabe si permanecerán ahí, cabe la posibilidad del surgimiento de nuevas y nuevos emprendedores que dinamicen las economías locales.

Aquí un paso clave será la llegada de energía y servicios de agua y saneamiento adecuados hasta “la última milla”, hasta alcanzar a todas y todos los peruanos. Y con ello, impulsar el poder de las comunidades rurales para transformar su futuro, con escuelas que tengan mejores condiciones para el aprendizaje; con familias agricultoras que, en armonía con el medioambiente, trabajen en condiciones dignas apuntalando la seguridad alimentaria de todo el país; y con comunidades preparadas para responder ante los desastres climáticos.

Estas realidades para algunas comunidades, y aún posibilidades para otras, tienen algo en común. En el corazón de toda acción que genera grandes cambios está el ingenio de las personas y el cuidado por nuestro ambiente, por nuestro planeta. Todos los días vemos cómo mujeres y hombres emprenden con nuevas ideas y cómo las comunidades se adaptan. Conozcamos esas historias que generan futuros prósperos para toda la comunidad, y difundamos lo que funciona para que se puedan recrear en los distintos territorios de nuestra región tan rica en cultura y biodiversidad.

El momento de nuestras economías locales
Este ingenio que impulsa a las economías locales nos obliga a repensar la escala, la tecnología y la movilidad. En un mundo atravesado por la pandemia, recordemos que “lo pequeño es hermoso” y que la proximidad de la producción y el consumo, mediante las tecnologías locales y las empresas de pequeña escala, nos hace más fuertes ante las crisis, permite mayor conciencia y valor de nuestros productos, mayor sostenibilidad y mayor resiliencia. Reflexiones del fundador de Practical Action, E.F. Schumacher, que resuenan en estos días.

La normalidad a la que estábamos acostumbrados es un camino inviable. Construyamos uno nuevo y mejor, cuya fortaleza resida en comunidades resilientes ante esta pandemia y ante cualquier otra crisis que venga. Hagamos de cada una de nuestras voces y nuestras experiencias un gran impulso para el cambio, que convenza a quienes aún miran con temor la posibilidad de un futuro diferente o a quienes se rehúsan a abandonar el camino del crecimiento económico desmedido que excluye, que vulnera y que daña el ambiente. Con ingenio que transforma y coraje que inspira, encontraremos ese camino.

Gracias al equipo de Practical Action en Perú y Bolivia por sus contribuciones.