El tejido de los saberes, las prácticas y las tecnologías ancestrales
La cosmovisión es la forma particular en la que un grupo de personas ve e interpreta la realidad y el mundo desde diferentes perspectivas, un cúmulo de experiencias, creencias y conocimientos.
Los pueblos indígenas, fieles a este conocimiento y práctica, los transmiten como “bienes” de generación en generación. Diferentes culturas cultivan y desarrollan saberes, prácticas e incluso tecnologías en beneficio de sus medios de vida: alimentación, casa, acceso a agua. Esto les permite dinamizar su cultura y prácticas y afirmar todo este conocimiento en el tiempo y mantenerse con vida: ser resilientes.
El trenzado intergeneracional
Como Practical Action a lo largo de estos años, hemos sido testigos de una certeza global: estos saberes y prácticas están vivos a través de la experiencia, voz, quehacer y la memoria de las personas adulto-mayores en las comunidades. Son ellas quienes mantienen vivas las prácticas y saberes ancestrales en sus comunidades. La migración y sus dinámicas las esparcen a otros territorios.
Queremos resaltar dos ejes de transmisión de estos saberes y prácticas culturales. El primero, reafirma el conducto clásico a través de las generaciones mayores que comparten este conocimiento (saberes y prácticas) con aquellas generaciones más jóvenes; la narración verbal de la historia de las comunidades es parte de esto; casi siempre a cargo de un hombre que detenta un tipo de poder (que puede referirse también a la facultad de estos conocimientos).
El segundo se desprende de esta; sin embargo, pretende profundizar en el trabajo del cuidado como un factor importante en la dinámica de reproducción cultural. Hacemos énfasis en el rol histórico de las mujeres quienes enseñan a las niñas (pero también a los niños), por ejemplo, sobre el uso de plantas medicinales o la conservación de semillas, etc.
Con base en nuestro compartir con algunas comunidades de la Amazonía boliviana, queremos resaltar una hipótesis que denominamos el trenzado intergeneracional. Si bien, por los roles de género, son las madres quienes tienden a tener la mayor responsabilidad sobre el cuidado de los y las niñas, no necesariamente llegan a ser el canal de transmisión directa de estos saberes y prácticas.
Normalmente estas mujeres “en edad productiva” cumplen roles no solo reproductivos (vinculados con lo biológico, cultural, social y de cuidado), sino también productivos (relacionados con sus medios de vida) y comunales. Por lo tanto, las abuelas son quienes, a tiempo de cumplir su rol de cuidado, transmiten el conocimiento a las generaciones más nuevas. Algunos niños lo mencionaron así en una comunidad de San Buenaventura (La Paz).
Son las abuelas (y claro, también los abuelos) quienes detienen y dan flujo a estos saberes y prácticas mientras las madres y padres u otros tutores están en sus parcelas, en las ciudades, haciendo gestión comunal, etc. Se mueven con “las criaturas” de “sus criaturas” no tan lejos como antes solían hacerlo, pero lo suficiente para enseñarles que el tojo rojo bien hervido puede curar la tos y que siempre es bueno tener toronjil y yanten en el huerto por si el corazón se agita o hay que hacer una cataplasma.
No queremos desmerecer el cuidado de algunos abuelos. En el proyecto Resiliencia Altiplano, nuestro equipo ha recogido experiencias que mencionan el claro y fundamental rol de estas personas en el rescate de saberes y prácticas ancestrales de sus nietos y nietas, todavía en vigencia. Por ejemplo, Justina Mamani (Colquencha, La Paz) todavía usa la niebla como un bioindicador para elaborar el chuño: “Yo sé que mi abuelo hacía esto antes. Yo seguía a mi abuelito y de eso yo sé cómo hacer chuño en tierra y en paja y cómo almacenarlo”.[1]
“Tenemos que recordar a nuestros abuelos cómo ellos se guardaban en pirhua, los chuños, los granos, las papas, la carne; cómo hacían charque, todo eso conocían”. Alicia Mamani mencionó en una entrevista con Practical Action.
[1]“El chuño y la tunta resultan de la deshidratación de distintas variedades de la papa. Esta forma de conservar y almacenar la papa durante largas temporadas para garantizar la disponibilidad de alimentos, es un conocimiento ancestral que se comparte de generación en generación” (Aruquipa,S., 2021).
Los y las niñas, crecen con esa memoria práctica ligada a la emocional, por lo tanto, internalizada, envueltos en esa cosmovisión. Se convierten en mujeres y hombres en edad productiva; más pronto que tarde lucirán también cabellos plomos y blancos y saltarán una generación para transmitir a esos niños y niñas, el conocimiento que sus “antiguos” les compartieron mientras sus progenitores trabajaban, sin saber que estas abuelas y abuelos, los forjaban resilientes y transmisores de vida, historia y conocimiento.
Saberes, prácticas y tecnologías ancestrales en la Chiquitania
Juan Justiniano es un agricultor de la comunidad Quituquiña. Desde niño en su casa conservan la semilla del maíz en un Perchel; una tecnología ancestral que todavía utiliza. “Este Perchel nos ayuda asegurar la semilla para la siembra del siguiente año; pero también para que mi familia pueda tener alimento durante el año y que no nos falte maíz, ya sea para nosotros como para nuestros animales”.
La infraestructura del perchel está diseñada para evitar el contacto de la mazorca de maíz con el suelo; esto evita la concentración de humedad y que el insumo primordial se pudra. Asimismo, está fabricado con materiales que se pueden encontrar fácilmente en la comunidad, por ejemplo: la madera.
“Un buen almacenamiento y conservación de semilla de maíz comienza en la etapa de cosecha, dejando la planta con la mazorca en la parcela para que tenga un alto porcentaje de secado. Posterior a ello se extrae las mazorcas con la chala (una especie de cubierta de hojas duras de la misma mazorca) para conservarlas en el perchel”, Juan describe con detalle.
También nos cuenta que si bien esta tecnología les ayuda a garantizar una mejor conservación de semillas frente a la humedad de la zona; también evita el ingreso del gorgojo y de las polillas. La probabilidad de un ataque de roedores o la humedad y una germinación precoz de la semilla por no cubrir de manera correcta en época de lluvia son algunas de sus desventajas.
Una parte de la riqueza y detalle de estos saberes y prácticas orientadas a la resiliencia de las comunidades y la narrativa que encierran podrán ser apreciadas en la feria de saberes y prácticas ancestrales que se llevará a cabo el próximo 28 de noviembre en la plaza principal de San José de Chiquitos, una actividad coordinada con el GAM de San José de Chiquitos, la Central Turubó, el Cabildo Indigenal y el proyecto Resiliencia Chiquitania con el objetivo de promover su recate y revalorización desde las mismas comunidades indígenas chiquitanas del municipio.
Texto: Mónica Cuba I., Miriam Coyo, Practical Action