Los guardianes de los cultivos en Micaya

Micaya es una comunidad que pertenece al municipio de Colquencha, ubicado a un poco más de 70 Km del centro de la ciudad de La Paz, en la provincia Aroma.

Si bien la lechería es una de las principales actividades productivas que caracteriza a  esta provincia, Micaya centra su actividad agrícola en el cultivo de la papa y la cebada, como medio de sustento para sus familias. 

Anualmente cada una de las familias, compuesta por un promedio de 5 personas, requiere 6 cargas de papa para alimentarse. El excedente se separa para la venta, las menos favorecidas se transformarán en chuño y tunta; pero además se reservarán entre 10 a 12 cargas como semillas para el siguiente ciclo productivo que iniciará cada diciembre.

De la calidad y productividad de este cultivo, depende la dieta básica de las familias de esta comunidad, que trabajan organizados bajo aynocas, un sistema tradicional de unidades de producción agrícola que resulta de la división física de los terrenos comunales, donde se rotan los cultivos en el tiempo para evitar que la tierra pierda propiedades nutritivas y dejarla descansar, en el caso de Micaya durante 10 años, rotando terrenos en sentido contrario a las manecillas de un reloj. 

Según Aguilar (2016), “en una campaña agrícola, las aynoqas como unidades de producción se siembran con un solo cultivo (…); en la campaña siguiente un cultivo distinto pero único, así sucesivamente hasta completar el ciclo de rotación de cultivos de una aynoqa y cuando llega años de descanso toda la “aynoqa» se deja de sembrar; cualquier alteración de la secuencia de cultivos es decisión y mandato comunal”.

Una vez que se comienza con la cosecha de la papa, normalmente entre abril, cuando el altiplano comienza a cubrirse de flores blancas y moradas, se piensa en el cultivo de la cebada que se realiza en la aynoca del ciclo productivo anterior, cuya cosecha servirá para alimentar a los ganados vacunos de la zona.

Generalmente, la gestión o administración de una aynoca es comunal y con ello vienen varias normas y tradiciones, una de las más importantes es el nombramiento de los y las Kamanas o guardianes de los cultivos, que son autoridades que aceptan o asumen el cargo comunal de corazón  y se hacen responsables, físicos y espirituales, del cuidado de las papas frente a las inclemencias del clima y de las creencias que merodean su ciclo de vida.

Las autoridades Kamanas

“El desarrollo de la estructura social y organizacional de las comunidades aymaras, expresa una unidad con el espacio, tiempo,  territorio, con la naturaleza y sus movimientos, y se basa en la cosmovisión andina, que fundamenta la relación entre las personas, los seres sobrenaturales de su entorno y tiene sus propias percepciones de la vida” (Aruquipa, 2020). 

Según van den Berg (2008) la/el productor campesino dirige su mirada constantemente en dos direcciones hacia sus chacras y hacia los cerros menores y mayores que forman parte de su ambiente vital. “La mayor parte de los ritos agrícolas se realizan en las chacras mismas y están directamente relacionados con las actividades que el campesino desarrolla en ellas, o con la preocupación por protegerlas de todo aquello que pudiese perjudicarlas o dañarlas”.

Justamente los kamanas o kamanis son personas que asumen un cargo en parejas, generalmente de esposos (chachawarmi), durante el ciclo agrícola; “representa al ‘ser andino aymara’ que reúne los conocimientos ancestrales del manejo y cuidado de los cultivos de forma física y espiritual a través de la relación con las deidades de la naturaleza; acciones que se refuerzan con el sentido de moral y preparación anímica para ser capaces de ejercer el cargo, considerado especial dentro del thakhicomunal (1)” (Aruquipa,2020). 

La función del kamana procurar equilibrar el clima durante la época de  germinación y producción de la siembra. En su investigación, Aruquipa (2020), resalta que el kamana trata de cumplir tres aspectos: la conservación, la perturbación y la restauración del equilibrio con la naturaleza y el cosmos que se expresan en el Suma Qamaña (Vivir Bien). 

En esta línea el Dr. van den Berg señala que desde la roturación hasta la preparación del chuño (con el residuo de la papa), “el campesino entra frecuentemente a este espacio ritual para ponerse en contacto con todos los seres sobrenaturales y todas las fuerzas de la naturaleza que puedan colaborar a que su vida y su subsistencia sean garantizadas”. 

Protección de la Madre Tierra y de sus hijos

La mística y tradicional conversación y alianza entre los Achachilas y los Kamanas continua como parte de los saberes y prácticas culturales, relacionadas con la espiritualidad y la producción aymara. Estos se relacionan con prácticas agroecológicas (rotación de cultivos, uso de semillas locales, biofertilizantes) que aseguran la diversidad y disponibilidad de alimentos suficientes y que protegen a la Madre Tierra, una “madre fecunda, porque de ella brota la vida”. 

En las poblaciones aymaras se desarrolla la vida en contacto permanente con la naturaleza, las estaciones climáticas indican que la vida transcurre, el individuo es testigo del nacimiento, crecimiento, multiplicación de los animales después de procrear otra vida, cósmicas y telúricas (Aruquipa, 2020).

El ciclo productivo de la papa inicia con la germinación de la semilla, luego se da el crecimiento de la planta, su floración, el fruto que da que es la papa, con el cual termina. Miguel Ángel Luna Cusi,  hijo de Rosa Cusi, paramédico, auxiliar de enfermería; técnico en aplicaciones de hardware y software, apasionado por el clima y las aplicaciones climáticas y guardián de los cultivos en Micaya, asegura que justamente este ciclo que ellos observan y vigilan se asemeja a vigilar el ciclo de vida de un hijo; se alegran con su crecimiento y verdor, se alertan cuando sus hojas se cierran -porque indica que se acerca alguna amenaza climática-, enfrentan los peligros que atentan contra su bienestar, y, según le advirtieron, sienten un vacío cuando ya no están: “Yo era neófito en la materia, yo solo estoy transmitiendo lo que ellos me están enseñando” señala.  

(1) Metáfora utilizada para referirse a un proceso de crecentes responsabilidades comunales en el que se combina el crecimiento y prestigio de cada familia en el ayllu con el ejercicio real del gobierno comunal.

Una kamana mujer asumió el cargo este ciclo productivo

Rosa Cusi tiene 72 años de edad, este año ella recibió el cargo de kamana en Micaya. “Este cargo debe ser aceptado con el corazón” señala su hijo Miguel, de 52 años, quien acompaña a su madre y a su padre en el cargo junto a otros kamanas y quien aprende de esta misión con respeto y admiración a quienes los antecedieron en el cargo y a quienes los acompañan en prácticas y conocimientos.

Para que estos corazones se conecten limpios y sanos, durante el periodo que dure el cargo, estas autoridades cumplen con una serie de rituales (ayuno, penitencia, oración, etc.), pero además se aíslan de la comunidad, para que los problemas de esta, no se sumen al peso que ellos ya llevan, y no afecten al cultivo de la papa.

El esposo de Rosa trabaja en el sector de salud, por lo cual su acercamiento a la comunidad es restringido, y su hijo Miguel Ángel es quien acompaña a su madre en el cargo con admiración, por su fortaleza y responsabilidad con la comunidad. “Cansada, con lluvia, sobre su salud, ella está ahí” resalta Miguel. 

En Micaya existen 2 cargos, por el tamaño de la aynoca: el jacha kamana , responsable de la papa durante los tres meses de producción y el kamana sullca(hermano menor), responsable de la cebada; su trabajo dura seis meses porque el cereal debe llegar a secar y estar listo para ser cosechado. La familia de Rosa Cusi está desenvolviéndose en el cargo de jacha kamana

Los kamanas tienen señalado un lugar sagrado cerca a la comunidad, generalmente un cerro, que en Micaya es conocido como “la novena” desde donde la vista llega a la aynoca, así como hacia los 12 cerros guardianes. Según van den Berg, “el montículo de piedras sagrado constituye un lugar singular: es el centro o el eje del espacio ritual que forman las chacras, especialmente durante el periodo de crecimiento de los cultivos. Desde allá se observa el tiempo y, con mayor intensidad, se trata de conjurar las amenazas naturales que puedan poner en peligro el desarrollo de las plantas”.

La distancia diaria, del centro poblado de Micaya hasta este espacio sagrado, es de 16 Km, ida y vuelta. La wajta (2), también diaria, se hace de rodillas, “al principio se hace difícil por la falta de costumbre, ahora es sencillo y hasta cómodo” se escucha a Miguel reflexionar satisfecho.

En la mañana, los y las kamanas se despiertan a las 4 am, hacen la ofrenda en ayunas. Salen cuando nadie los ve a cumplir con este cometido. Su segunda salida es a las 9 de las mañana hacia el calvario y en la tarde vuelven cerca de las 7 de la noche.

Los martes y viernes no se puede subir al cerro, porque existe la creencia de que los malos espíritus y sus seguidores merodean. Este tiempo los kamanas lo aprovechan para recorrer y vigilar el perímetro de la aynoca, revisando no sólo los cultivos, sino que no exista ningún indicador de amenaza física o espiritual para los mismos. 

“Mi madre cumple la misma función que un hombre. Cuando aparece un montón de nubes ellas tienen más poder (…) al ser un ser frágil, las mujeres desprenden una fuerza increíble para aguantar el frio, las lluvias”, menciona que Rosa, junto a todo el grupo, camina la distancia mencionada, solo que ella como las otras mujeres lleva además el alimento al hombro, agua y frutas, muchas veces ellas recorren más distancias porque van y vuelven más veces al día, ya que en el cerro corren riesgo de ser alcanzadas por un rayo. Normalmente el grupo de personas  permanecen vigilantes y en oración, un mínimo de 10 horas diariasdurante los tres meses.

(2) Wajta: mesa de ofrenda, “invitar a Dios”.

Ellos tienen la autoridad, pero no el poder

No parece lógico ir a pelear con rayos, no tenemos potestad, el poder lo tiene Dios; pero desde diciembre siento que se nos da la autoridad y esas armas tienen sus resultados” menciona Miguel Ángel Luna, mientras comparte algunos detalles de las funciones que estas autoridades cumplen.

“Ir al cerro no es echarse a dormir; implica estar conversando con Dios; ser un solo corazón con las papas, cuando vienen las tempestades pides ayuda a los achachilas (3). Cuando vienen las saqras(4),  somos responsables de destruirlos, de evadir sus ataques”.

Miguel comenta que para esto cuentan con algunas armas como la honda, con la cual ahuyentan a estos entes; un cuchillo de madera con asa en forma de cruz para cortar las nubes agrupadas  y oscuras que amenazan con granizos: “se nos da la autoridad, no el poder de destruir las nubes”; cuando llega el granizo usan el alcohol: “si le gusta la bebida, el granizo se va y no afecta el cultivo; si la amenaza sigue, se sigue brindando de forma afectuosa”, y si esto no resulta el kamana impone su autoridad y el granizo se aleja. Se fuma cigarro “Astoria” pronunciando los nombres de los cerros para que ellos se lleven la granizada; además cuentan con un pututu instrumento de viento hecho de cuerno de los bueyes con un sonido grueso y áspero con el cual las gotas de granizo se convierten en agua. “Cuando queremos que las papas estén contentas, usamos el pululo, un instrumento con un sonido dulce” generalmente usan este instrumento  por la mañana y al medio día.

El incienso es usado para las ofrendas diarias, para solicitar que los cultivos no sean afectados por la granizada o las heladas, el copal para pedir una producción de papas “buenas, grandes, ricas, que sean de beneficio para la alimentación o para la economía”. Se ha innovado incluyéndolos en el interior de los cohetes preparados (con un costo de 200 a 500 Bs) destinados a explotar dentro de las nubes negras para destruirlas. 

Por otro lado, el humo que produce la thola, llega a las nubes, y cuando hay una amenaza el grupo usa este recurso para evitar la granizada: “el humo llega a las nubes y se conviertan en agua; se liberan con el calor del humo y el dióxido de carbono” menciona Miguel, quien además es un aficionado a los temas del clima y la tecnología. Se reconoce en su mirada una mezcla grandiosa de fe y ciencia.

(3) Achachilas: Espíritus tutelares que protegen a los pueblos y que encarnan la presencia de los antepasados. Habitan las montañas y los cerros, cerca de las comunidades; vigilando, compartiendo los sufrimientos y dando bendiciones. Los hombres los veneran y les ofrecen oraciones y ofrendas.(www.pueblosoriginarios.com

(4)  Entidades malignas

¿Tradición y ciencia?

“Cuando escuchamos la radio o vemos la televisión nos muestra el clima, nos dice por ejemplo que va a llover, la tendencia del clima, etc. El manejo de la tecnología, hace posible conocer esta y más información” reconoce Miguel Ángel, quien desde pequeño se ha interesado en estos datos y ha cultivado su interés aprovechando el conocimiento que ha logrado con sus estudios. 

“Principalmente me interesa saber qué tipo de vientos pasan por Micaya”. Miguel ha instalado una aplicación en el teléfono de su madre que tienen un costo aproximado de 2 dólares/mes y que le permitirá ver las tendencias e información sobre el clima. Reconoce que una mujer de 72 años requerirá capacitación en su uso, pero sabe que esta información permitirá a su madre ver si hay lluvia, si hará sol y le dará más confianza para cumplir con sus actividades. 

Compartir esta información por WhatsApp o tener más personas que usen este aplicativo y que además lo comparen con sus conocimientos tradicionales,aportaría mucho a las dinámicas de esta comunidad y su municipio.

Justamente Practical Action (Soluciones Prácticas), en el marco del proyecto “Resiliencia Altiplano”, que es liderado por la FAO con el financiamiento del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Unión Europea y en coordinación con el Viceministerio de Defensa Civil, realiza un estudio que pretende promover el diálogo entre ambos conocimientos en favor de mejores procesos y prácticas de alerta temprana desde lo local, para gestionar los riesgos en este, y otros municipios, y apuntar a estrategias que fortalezcan la resiliencia de los medios de vida productivos.

Se propone combinar los conocimientos y prácticas tradicionales, con los datos que se territorializan del Sistema Nacional de Alerta Temprana (SNAT) para reducir los riesgos de desastres en las comunidades. 

Por un lado, se propone escalar el conocimiento, práctica y sistemas locales de información y alerta temprana, en un tiempo combinados a tecnología intermedia de monitoreo, hacia los gobiernos municipales, y desde estos, al nivel intermedio y nacional, mientras que por el otro la propuesta incluye el uso de información territorializada para fusionarla a prácticas locales y mejorar la resiliencia.

Fuentes:

Aguilar, P.C. 2016. Manejo del cultivo de la quinua en el altiplano peruano en;FAO. Recuperado de: http://bit.ly/361nKwF Enero, 2021.

Aruquipa, S. 2020. Informe de investigación: Los Kamanas. Practical Action. La Paz Bolivia.

Cuba M., Comunicación personal. 16 de enero de 2021.

Van den Berg. 2008. Capítulo 5: Cristianización del mundo aymara y aymarización del cristianismo. Revista Ciencia y Cultura, (21), 181-244. Recuperado en 20 de enero de 2021, de https://bit.ly/39NpJpr