Mario Endara

Cómo hacer de un pasatiempo tu profesión

Idea de negocio

Digamos que fue una cuestión de sabor. Mario Endara comía feliz los alimentos que le cocinaba su mujer utilizando la técnica del fogón, así que cuando ella decidió utilizar el kerosene para preparar la comida, él se molestó. Notó que el sabor variaba. Y durante buen tiempo, tanto él como su esposa y sus cinco hijos, comían con disgusto en su vivienda ubicada en el distrito de Putina, en el departamento de Puno.

Cocinas mejoradas

Regresar al fogón fue la primera gran decisión en el hogar de Mario Endara. Pero luego apareció el segundo problema: la contaminación. “El humo dentro de la casa era fastidioso, por lo que me pregunté: ¿cómo puedo sacar este humo de acá?”, nos dice Mario Endara, que lleva el pelo hacia atrás, anteojos oscuros de medida y un bigote al estilo mexicano. “En un primer momento imaginé una cocina con chimenea”, agrega, y nos enteramos que lleva 33 años buscando la manera de perfeccionar su iniciativa.

Tiene razón Mario. En el Perú rural la manera tradicional de utilizar una cocina está ligada con el uso del fogón y de la leña, pero los índices de contaminación por esa modalidad son altos. Actualmente en el país existen 2 millones de familias (32% de la población total del Perú), sobre todo ubicadas en las zonas rurales, que no cuentan con acceso a combustibles modernos y/o tecnologías limpias para cocinar. Estas familias dependen de la biomasa tradicional como principal energético en fogones abiertos de tres piedras o cocinas tradicionales, afectando negativamente su salud, al estar expuestas a la contaminación del aire en el hogar.

De la sazón y la necesidad al hoy

Fue en el año 1984 cuando Mario creó la primera versión de su cocina. “Probé con diferentes formas: cuadrada, rectangular, alta y baja. Así estuve seis años, y llegué a agarrarle el gusto al asunto. Pasó a ser mi pasatiempo favorito el construir cocinas”. A partir de 1990 Mario notó que el problema de las cocinas que construía estaba en el material rústico que utilizaba, que no era resistente al fuego. Entonces se dedicó a investigar y experimentar con diferentes materiales resistentes al fuego hasta encontrar la mezcla exacta. El hooby se estaba convirtiendo en algo más serio.

“En el año 1999 saqué la primera cocina portátil a leña”, relata Mario con nostalgia. Ese mismo año empezó a comercializarla. “Los clientes se interesaban por mi diseño y venían a mi casa a pedirme que les vendiera mis cocinas. Yo no me dedicaba al 100% a la construcción de cocinas, tenía otros trabajos y esto de las cocinas era aún un pasatiempo”.

Para poder llegar a tener una cocina que cumpliese con todo lo que anhelaba Mario, tuvieron que pasar ocho años más. “Recién en el 2007 terminamos por afinar la mezcla de arcilla con caolín. Y de esa manera obtuvimos la cocina ecológica que hasta ahora es reconocida y muy utilizada en mi zona. Fue un proceso largo, tenía que investigar, experimentar e innovar mis diseños y procesos para la construcción de esta cocina. Incluso desarrollé mi propio horno que llega a 1200°C”.

La cocina portátil de Mario empezó a ser solicitada cada vez con más frecuencia. Al principio por familiares o gente cercana, y luego por distintas personas que no necesariamente eran de Putina. Mario decidió dedicarse por completo a la construcción de cocinas y fundó la empresa Artesanal Koyllor E.I.R.L. “Mis principales clientes eran en un 80% familias o gente común, y en un 20% instituciones como FONCODES y empresas de turismo”.

Mario llegó a patentar una cocina rural y ecológica, adaptada a las necesidades de las familias rurales, como la suya. “Mis cocinas no generan humo dentro de la casa, y además permiten calentar el ambiente. En las zonas altas de nuestro país esta cocina ayuda a contrarrestar el problema del frío. Y lo más importante es que es una cocina ya certificada”.

Esa profesionalización de su negocio le permitió a Mario y a su empresa ser reconocidos por Soluciones Prácticas, que a través del proyecto “Fondo de Innovación y Desarrollo de Cocinas Portátiles (FIDECOP)”, financiado por el Programa Energising Development EnDev que ejecuta la Cooperacion Alemana para el Desarrollo (GIZ), con el objetivo de dinamizar el mercado de cocinas mejoradas a través del incentivos económicos, seleccionó a siete empresas a lo largo del Perú para premiarlas. La empresa Artesanal Koyllor E.I.R.L. fue una de ellas. Gracias a ese reconocimiento Mario pudo adquirir un fondo que le permitió posicionar de mejor manera sus cocinas al mercado. Soluciones Prácticas, además, le otorgó un sello de reconocimiento por su innovación, calidad, eficacia y por ser un emprendimiento local.

Inversión a futuro

El monto otorgado por el proyecto FIDECOP fue la inversión que necesitaba la empresa de Mario. “Ahora hemos implementado el segundo piso de nuestro taller con muchas más herramientas. Incluso ahora debemos alquilar un depósito separado de nuestra casa para guardar algunas cosas”. Además del incentivo económico Mario recibió de Soluciones Prácticas capacitaciones en planes de negocio y marketing. “Hemos podido avanzar más rápido en la producción y posterior venta. Mejoramos, sobre todo, el alcance. Hemos hecho muchos contactos. Notamos que nuestro plan de negocios fallaba porque no salíamos de la zona. No nos conocía mucha gente, solo los de siempre”.

El cambio en la producción de cocinas ha sido drástico para Mario y su empresa a partir de su contacto con Soluciones Prácticas. “Antes trabajábamos todo el año para tener cuatro oportunidades al año para vender. Teníamos participación en cuatro ferias en las que mostraba mis cocinas, y en esas cuatro ferias, en mayo, agosto, setiembre y diciembre, aparecían los nuevos clientes. Ese era mi único momento de venta importante. Ahora, gracias al apoyo que hemos recibido, tenemos distintos puntos de venta”, nos dice Mario. Y termina con un dato contundente: “antes vendíamos 150 cocinas al año en promedio. Ahora llegamos a vender 200 cocinas al mes”.

La idea de Mario es mantener la producción de cocinas sin necesidad de que él esté siempre. Por eso actualmente trabaja en su empresa con su mujer y sus cinco hijos. Uno se dedica a la parte mecánica, otro a soldar las herramientas, otro a la administración, dos más en la preparación de arcilla, y todos ponen el hombro cuando se les necesita. “Yo me encargo de la supervisión del negocio. Mi idea es dejárselo a mis hijos y que ellos lo puedan mejorar”. 

Footnotes

Escrito por Gabriel Reaño y fotografía por Uriel Montufar para Soluciones Prácticas

Putina , Puno (Perú)