Promotores agrícolas, una esperanza para las comunidades

Una particularidad del bosque chiquitano es que éste puede estar seco hasta por seis meses, pero cuando llegan las primeras lluvias se llega a cubrir todo fundido en un color verde.

En los meses de agosto, septiembre y octubre este paisaje se cubre de un espeso humo que proviene de los recurrentes incendios que desde hace algunos años caracterizan un escenario adverso que devora millones de hectáreas de árboles, y la biodiversidad que en ellos habitan, pese a los esfuerzos de autoridades, sociedad civil y voluntarios que arriesgan todo mientras las llamas de fuego arrasan

La primera respuesta tiende a estar en las poblaciones que frente a la amenaza de perderlo todo, son quienes salen a combatir el fuego, mientras se van sumando diferentes actores. amenazantes e incontrolables.

Estas personas, familias, comunidades son vulnerables a esta amenaza y la afectación que tiene en sus medios de vida, y es que difícilmente cuentan con las herramientas, o capacidades suficientes para poner alto a la emergencia que empezó con una chispa en un bosque seco. Un ejemplo claro es el incendio que se dio el año 2019, fue tan fuerte que se llegó a sentir el humo en la misma ciudad de Santa Cruz, tal fue la magnitud que superó los 5 millones de hectáreas quemadas y que este año ha arrasado con más de 150 mil hectáreas registradas en solo 1 semana (France 24, 2021).

Si bien aquel año, el Gobierno Central, respondió al Desastre, el mensaje fue claro desde todos los sectores (público y privado): se necesita mejorar las capacidades locales para la prevención de las emergencias a nivel nacional. Así mismo, se requieren fortalecer las capacidades de resiliencia de las poblaciones locales, sus organizaciones y gobiernos locales.

En esta línea, el proyecto Resiliencia Chiquitania, considera dentro de sus estrategias para el fortalecimiento de la gestión del riesgo orientada a la resiliencia de las comunidades, el trabajo con promotores locales que por su interés y liderazgo son elegidos a partir de los procesos instaurados en sus comunidades en los municipios de San José de Chiquitos, San Ignacio de Velasco, San Rafael y San miguel, donde el proyecto tiene intervención.

Hombres y mujeres bajo este rol, a partir de su interés por prevenir estos desastres, fortalecen sus capacidades, bajo una mirada integral (medios de vida, agua y saneamiento y salud, educación y gestión del riesgo. Practical Action (Soluciones Prácticas), centrada en el componente de medios de vida resilientes, facilita el proceso de formación de promotores/as   agrícolas en 12 comunidades del municipio de San José de Chiquitos.

Jesús Pachurí, pertenece a la comunidad indígena de Pororó, la cual dista 18 kilómetros del pueblo; él junto con su esposa se dedican a la agricultura de subsistencia y ganadería.  Jesús afirma que su comunidad es vulnerable a la sequía: “este año tuvimos cosecha, pero no siempre ha sido así, en anteriores años sufríamos de sequía, donde todo nuestro maíz, frejol, joco se secaban y lo perdíamos”.  

Así mismo reconoce que los incendios son amenazas recurrentes en la Chiquitania, pero que las prácticas y normativa de su comunidad controlan que estos no lleguen a destruir lo que con tanto esfuerzo están construyendo como una “comunidad modelo”; recuerda que pocas veces presenció un incendio de la magnitud del año 2019: “Si bien mi comunidad no fue afectada por los incendios, el humo que se propagaba estaba provocando que nos afecte a la vista e incluso no se podía respirar”.

Jesús fue elegido como promotor agrícola por los mismos habitantes de su comunidad; cargo al que él postuló con la intención de apoyar a su comunidad: “yo me ofrecí de voluntario porque quería venir aprender al taller para luego traspasar todos los conocimientos que he adquirido a los demás y comenzar a trabajar en beneficio de Pororó”.

Entre sus distintas funciones de Jesús como los otros promotores y promotoras, debe encargarse de la organización de los y las productoras, conjuntamente deberán analizar y entender la problemática agrícola y ambiental, cuáles son las amenazas que los afectan y cómo.

En San Juan de Chiquitos, 90 familias eligieron como promotora a Ana Luisa Poris, quien hasta entonces dedicaba gran parte de su tiempo a sus roles reproductivos y de cuidado; el ser electa le representó un reto, que asumió con mucho gusto: “mi comunidad confió en mí para que yo lleve el cargo de promotora agrícola, yo voy a responderles adecuadamente”, señala.

San Juan recurrentemente se ve amenazado por los incendios forestales, sobre todo durante su época más seca, aspecto que deriva en otra de sus principales vulnerabilidades: la falta de agua. “Tenemos dos pozos, pero uno no está funcionando por problemas técnicos y el otro no da mucha agua ni tampoco abastece a todas y todos por lo que la mayoría de nosotros traemos agua del río”, comenta ella.

Los promotores y promotoras aprenden a gestionar grupos, lo que incluye desde la planificación comunal (con enfoque de gestión del riesgo) hasta la resolución de problemas, pasando por la promoción de prácticas agrícolas sostenibles que sean amigables con el medio ambiente y que se adapten a la probabilidad de amenazas.

Don Santiago Parabá es de la comunidad de Buena Vista, donde la agricultura familiar es el principal medio de subsistencia: “yo siembro de todo un poco, este año he sembrado 15 tareas de maíz, (alrededor de una hectárea y media), por lo que muchas veces mis vecinos me buscan para que yo les venda algún producto”.

Aunque pareciera difícil de creer, por las características de la temperatura en Santa Cruz, lo que más afecta a esta comunidad es la helada, dañando plantas y pastos que sirven de comida para el ganado que tienen los comunarios del lugar.

“Yo vine como promotor agrícola de mi comunidad por dos razones – mencionó durante el taller: uno porque fui elegido por ellos y dos porque tenía curiosidad sobre en qué consistía ser un promotor, a pesar de ya ser una persona de la tercera edad, siento que todavía puedo aprender algo más para así comunicarlo y transmitirlo en mi comunidad”.

Todos ellos junto a otros promotores y promotoras agrícolas y responsables comunales de la gestión del riesgo, participaron en el taller de capacitación orientado a fortalecer sus capacidades de liderazgo en la gestión del riesgo enfocado en sus medios de vida.

Quienes participaron en este espacio, intercambiaron preocupaciones sobre las dificultades y los problemas que tienen en sus comunidades frente a varias amenazas: “en este taller estoy conociendo sus formas de vivir como por ejemplo la falta de agua que tienen algunas comunidades”, señaló Santiago. Sin embargo, encontraron soluciones conjuntas que derivó en su articulación, a través de la conformación de una red de promotores agrícolas con representantes de las 12 comunidades. Un gran paso para trabajar su resiliencia y fortalecerse conjuntamente.

Por: Miriam Coyo, Mónica Cuba.

Entrevista: Miriam Coyo,

Edición: Mónica Cuba,

Revisión: Julieta Vargas