Culminó la Cumbre Amazónica, que reunió a representantes de 8 países, una gran oportunidad para impulsar acciones en conjunto ante el cambio climático, la protección de los derechos humanos y los bosques, así como el desarrollo de las economías locales. Revisaremos su importancia y el potencial que tiene la colaboración regional.
Con una biodiversidad y extensión impresionantes, la Amazonía es reconocida como una reserva de servicios ecológicos no solo para las comunidades locales y pueblos indígenas, sino para todo el resto del mundo. Este enorme bosque tropical es un gran depósito de carbono, siempre y cuando se encuentre en un buen estado de conservación. Cuando la deforestación avanza, la Amazonía libera este carbono a la atmósfera. Ello exacerba los impactos del cambio climático como la reducción de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas, que ponen en riesgo los servicios que provee el bosque, y suele darse en un contexto de violencia contra los pueblos indígenas y las comunidades locales.
La principal causa de la deforestación es la actividad humana. El incremento acelerado de tierras forestales para otros usos, sumado a los ya presentes efectos del cambio climático como los periodos de sequía más intensos y los incendios forestales, están acelerando que perdamos grandes extensiones de Amazonía.
Deforestar la Amazonía es acelerar el cambio climático
De acuerdo con el estudio de la plataforma en línea Global Forest Watch del 2022, Brasil, Bolivia, Perú y Colombia ocupan el primer, tercer, quinto y sexto lugar mundial de los países con más pérdida de bosques. Bolivia ha perdido casi 8 millones de hectáreas de bosques en 37 años, mientras que Perú ha perdido 3 en ese mismo periodo. Si bien estas cifras pertenecen a la totalidad de sus territorios, al ser un área compartida, la pérdida de territorios amazónicos genera desafíos que los países deben afrontar en conjunto.

Por ello, la Cumbre Amazónica celebrada hace unos días en Belém do Pará (Brasil) junto a representantes de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela fue un evento crucial para acordar acciones conjuntas para el futuro de la Amazonía. Es importante señalar el gran potencial de esta región que se extiende sobre 7,4 millones de km2 y donde la cuenca del río Amazonas es la más grande del mundo con aproximadamente al 20% del agua dulce en superficie terrestre mundial (CEPAL).
En los catorce años que han transcurrido desde la última cumbre, los impactos del cambio climático se han incrementado de maneras exponenciales, causando pérdidas en vidas, medios de subsistencia y en diversidad ecosistémica. Saludamos la voluntad de buscar soluciones que respondan a la urgencia y gravedad de la situación.
Acción regional ante un problema global
Abrir el camino a una discusión regional es uno de los logros de esta cumbre. Sin embargo, esperamos que las semillas sembradas en esta semana puedan dar frutos a prontos acuerdos y acciones en beneficio de las personas y el planeta.
Asimismo, como se reconoció, es de vital importancia centrar las voces y amplificar los pedidos de las organizaciones indígenas (con inclusión de voces de mujeres y jóvenes) para que los compromisos y las acciones que deriven sean apropiadas y en respeto a sus derechos y formas de vida.
Si bien es una prioridad para la región el desarrollo de sus poblaciones, existen caminos para impulsar alternativas que sean compatible con la conservación de la Amazonía y la autodeterminación de los pueblos indígenas y comunidades locales. De lo contrario, el diseño de nuestro futuro compartido será uno que continúe replicando las inequidades del pasado y que cierre la puerta a liderazgos y conocimientos clave para hacerle frente a la crisis climática.
Compartimos las experiencias de Bolivia y Perú.
- En Bolivia, trabajamos junto al Gobierno, organizaciones territoriales y el sector privado para frenar la deforestación y proteger los bosques. Actualmente, brindamos asistencia técnica y recomendaciones al Gobierno para mejorar los sistemas de medición y reporte de emisiones en el sector forestal y agropecuario. Estos sistemas ayudarán a establecer y seguir los avances en relación con los planes de acción climática y los objetivos de sostenibilidad del país. Asimismo, junto al Consejo Indígena del Pueblo Tacana, trabajamos bajo un modelo de incentivos basados en sistemas agroforestales y acuerdos de conservación de sus bosques y biodiversidad, que contemplan planes de manejo y aprovechamiento de recursos no maderables y emprendimientos sostenibles e inclusivos liderados por mujeres y jóvenes. Estas iniciativas aseguran el manejo sostenible de bosques desde las comunidades locales a la vez que generan ingresos y fortalecen su resiliencia.

- En Perú, promovemos el desarrollo local en las regiones de San Martín, Cajamarca y Ucayali, a través del desarrollo de medios de vida sostenibles. Esto evita que las y los agricultores continúen migrando y talando los bosques, les permite generar ingresos, y, a la vez asegura la conservación de los bosques y su biodiversidad. Además, hemos trabajado con la cadena de valor de café, cacao y plátano junto con del gobierno y el sector privado a través de planes y acciones que han tenido repercusión nacional. Con las comunidades indígenas Awajún y Wampis, promovemos el desarrollo de emprendimientos liderados por jóvenes y mujeres, incluyendo la producción de viveros, apicultura, barismo, turismo y otros. Estas iniciativas han permitido demostrar esta compatibilidad entre la conservación y el desarrollo económico local.

Los acuerdos supranacionales contribuyen a que estas experiencias puedan ser compartidas, adaptadas y escaladas a fin de que sus aprendizajes y éxitos lleguen a todas las personas que puedan beneficiarse de sus resultados. Es momento de que, con decisión, demos los pasos que nos alejen de escenarios de no retorno para nuestro ecosistema hacia un futuro que todas y todos valoremos.