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Mujeres rurales y la mitigación y adaptación al cambio climático

Escrito por: Mónica Cuba - Practical Action

Iris, operadora de un sistema fotovoltaico para riego que beneficia a la adaptación y mitigación climática
Iris, operadora de un sistema fotovoltaico para riego que beneficia a la adaptación y mitigación climática

La mitigación y adaptación al cambio climático a través del empoderamiento de mujeres rurales campesinas y el uso productivo de la energía podría reducir problemas actuales relacionados con el acceso a agua, la seguridad alimentaria, el aumento de costos de vida y de labores de cuidado, la migración y separación de familias, entre otras.

La crisis climática es alarmante. “El año 2050 se anticipa que, en un escenario moderado, la temperatura en Bolivia aumentará en promedio 1,6 °C, mientras que, en un escenario de altas emisiones, el incremento podría alcanzar los 4,9 °C”. Tendrá variaciones significativas en los impactos climáticos en las  diferentes áreas geográficas. Además de temperaturas más altas, Bolivia enfrentará una mayor frecuencia de eventos climáticos extremos: inundaciones en regiones tropicales, sequías en las áreas tropicales y valles, y heladas en la región altiplánica, entre otras.  (Más información)

El Mapa Nacional de vulnerabilidad actual al cambio climático  señala las implicancias que tienen las diferentes amenazas sobre los municipios, sus ecosistemas y economía. Se habla  por ejemplo de una afectación directa en la disponibilidad de agua dulce con impactos significativos en los sistemas productivos de alimentos, la nutrición y un consecuente incremento en los costos de vida.

La sequía, las inundaciones y los incendios forestales son las tres amenazas más recurrentes en los últimos años en Bolivia; se suman las granizadas y las heladas. Estamos, sobre todo, ante un escenario de extremos hídricos, en el cual la deforestación y los incendios afectan no sólo al ciclo hidrológico y a la recarga de acuíferos, sino también a la biodiversidad y por ende a las diferentes alternativas de subsistencia de poblaciones rurales e indígenas.

Las mujeres y niñas y los efectos del cambio climático

Alejandrina Torrico da testimonio del impacto del cambio climático en su producción de duraznos, sustento principal para su familia.

“Estamos sintiendo más fuerte el cambio climático hace cuatro o cinco años, cada vez todo es más extremo: mucho calor, muy poca lluvia, o en su época de lluvia viene granizada. Nuestros productos son cada vez más pequeños y este año se han perdido varios” Alejandrina Torrico, municipio Arani.

Mujeres y niñas en zonas rurales sufren con mayor intensidad los efectos del cambio climático, los cuales amenazan sus medios de vida, su salud y seguridad, incrementando más aún la desigualdad de género.

“En todo el mundo, las mujeres dependen más de los recursos naturales, pero tienen menos acceso a ellos. En muchas regiones, las mujeres cargan con una responsabilidad desproporcionada cuando se trata de garantizar alimentos, agua y combustible”. (ONU Mujeres).

La agricultura es el sector productivo más importante para las mujeres en países como Bolivia; su rol es fundamental para garantizar seguridad  y diversidad alimentaria.  Según la FAO, El 85,7% de las mujeres rurales en Bolivia se ocupan en el sector agricultura y pecuario, pero además tiene un rol clave en la seguridad alimentaria del hogar. Asumen tradicionalmente, la mayor parte de la responsabilidad de la seguridad alimentaria con conocimientos técnicos y tradicionales limitados.

Practical Action en Bolivia, realizó un Diagnóstico de impactos diferenciados del cambio climático sobre efectos económicos, sociales  y ambientales.

“Nos falta pan de cada día y tenemos que salir a buscarlo. Todos sufren, no hay agua, no hay comida; hay que buscar suerte en otro lado. Yo  voy a otros lugares voy con mi chunta y canasta, le pregunto a la gente si puedo trabajar su tierra; me llevan a escarbar y me pagan con un yute de papa. Eso me dura hasta seis meses”. Teodora Flores Apaza, municipio Santiago de Callapa.

Mientras mujeres buscan oportunidades en otras parcelas, cerca de sus comunidades; como costureras, trabajadoras domésticas o cocineras en  áreas urbanas, las niñas a menudo abandonan la escuela para ayudar a sobrellevar la carga del trabajo de cuidado frente a esta migración. Esta carga es también asumida por personas adulto-mayores que con sus capacidades mermadas, se quedan al cuidado de sus nietos/as, agrandado las brechas de pobreza y desigualdad.

Adaptar, mitigar y empoderarse

Iris Rodríguez tiene 32 años y forma parte de la Asociación de productores de Eterovich junto a otras 40 familias socias en el municipio de Arani. Ella produce maíz, sustento de la familia cuyo excedente se vende en las ferias locales de Punata y Arani, dos veces por semana. Cuando la demanda es buena la arroba de este producto puede llegar a costar  Bs 200.

El año pasado esta organización invertía un monto mensual aproximado de Bs 15.360 (US$ 2.200) para poder regar sus parcelas dos días a semana con el uso de bombas que funcionan con combustible fósil.

“La energía eléctrica no llega hasta el pozo y los chacos y  necesitamos bombas eléctricas o a combustibles para poder regar las parcelas, esto podía incrementarnos mucho el gasto familiar” señaló Iris, resaltando que además el trabajo era agotador, pues tenían que  cuidar el encause del agua por distancias largas para evitar su desperdicio y uso eficiente.

Iris es una de las 5 mujeres capacitadas como operadoras del sistema de bombeo solar en Eterovich.

Practical Action en el marco del proyecto Implementación de dos acciones para la construcción participativa de Estrategias de desarrollo a largo plazo, bajas en emisiones (LT-LEDS) instaló  catorce pilotos de alternativa tecnológica para la adaptación y mitigación climática en el sector energético y productivo. En Eterovich se implementó un sistema fotovoltaico para el bombeo de agua para riego tecnificado por aspersión.

La asociación y sus socios son autónomos en la administración, operación y mantenimiento del sistema fotovoltaico porque cuentan con capacidades y competencias para operar y mantener este sistema. Iris es una de las 10 personas capacitadas como operadoras del sistema; bajo acuerdos de su organización, trabajan en el reconocimiento de las funciones de las mujeres dentro del estatuto y reglamento de su organización para respaldar las prácticas transformadoras de género que iniciaron a través del uso de la energía.

“Cinco mujeres hemos asistido a talleres y no han explicado varios detalles para asegurar que el sistema funcione. Yo me encargo de la revisión todas las mañanas para ver que todo esté correctamente conectado y  funcioné bien y sin riesgo de que se arruine, todos me apoyan y me dan ganas de aprender más”.

Este sistema permite adaptarse a los efectos del cambio climático y asegurar el acceso y disponibilidad de alimentos, potenciando la actividad productiva por la implementación de riego tecnificado. En cuanto a la mitigación, contribuye a la eliminación de emisiones de gases de efecto invernadero provenientes del uso de la red eléctrica convencional o de combustibles fósiles con aproximadamente una emisión anual evitada del 0.12 Gg de CO2. Pero además favorece a que mujeres asuman roles estratégicos dentro de sus organizaciones y sean reconocidas por su capacidad y conocimiento.

“Como organización vamos a seguir pagando por el servicio, no tan caro, pero este monto favorecerá a la organización para poder mejorar la red de distribución y tener recursos para mantener y arreglar el sistema si se requiere”, finalizó Iris.

El proyecto Implementación de dos acciones para la construcción participativa de Estrategias de desarrollo a largo plazo, bajas en emisiones (LT-LEDS), fue implementado por Practical Action, en coordinación con la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra y el financiamiento de la iniciativa Climate Promise del PNUD.