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Mujeres sembrando resiliencia

Escrito por: Miluska Ordoñez, Giorgio Madueño y Miguel Aréstegui

En la comunidad altoandina de San Miguel de Viso, un grupo de mujeres recuperan un espacio vital para su pueblo: el vivero comunal. Ellas se enfrentan con ingenio a los distintos retos que traen el cambio climático y los desastres relacionados al agua en una zona esencialmente agrícola.

Mujeres sembrando resiliencia

“A mí me gustaría que mi comunidad esté arborizada para tener una mejor calidad de vida porque, tengo entendido por internet, que los árboles llaman a la lluvia.” dice Jessica Villagomez, comunera de San Miguel de Viso.

Su preocupación por la disponibilidad de agua la comparten muchas comunidades altoandinas del Perú. En nuestro país, la situación en el campo es cada vez más precaria. Los cambios en los patrones del clima, el empobrecimiento de los recursos naturales y el incremento del riesgo frente a eventos extremos perjudican a las familias que dependen principalmente de actividades agrícolas y ganaderas, además de experimentar las consecuencias de una vulnerabilidad estructural subyacente.

El centro poblado de San Miguel de Viso, ubicado en el distrito de San Mateo, provincia de Huarochirí, es un claro ejemplo de esta situación. A pesar de que su actividad principal es la agricultura a pequeña escala (seguida por la ganadería y el comercio), la cantidad y calidad de agua que tienen disponible se ha visto seriamente afectada por el progresivo debilitamiento de la capa glaciar que alimenta sus lagunas, ríos y bofedales, por el ya cambiante patrón de precipitaciones, y por diferentes fuentes de contaminación, naturales y artificiales, como la actividad minera.

Asimismo, la comunidad se ha visto afectada en reiteradas oportunidades por la activación de la quebrada Mayo que provoca la pérdida de cultivos, daños a sus canales, la falta de pasto para animales y el colapso de sus vías de acceso. Lo último es especialmente grave pues trae como consecuencia que la población no pueda llegar a la carretera central, quedando aislada. Esto pone en serio riesgo su seguridad alimentaria y perjudica su calidad de vida en general. Sin duda es una situación difícil que ha provocado el aumento de la migración del campo a la ciudad. La gran mayoría de jóvenes ha decidido irse de San Miguel de Viso, dejando atrás a una población adulta que intenta mantener las prácticas ancestrales y comunitarias. Sin embargo, es justo en esta población, especialmente en sus mujeres, donde radica la esperanza.


Un grupo de mujeres ha decidido hacer frente a estos problemas recuperando un espacio vital para el pueblo: el vivero comunal. En el año 2000, el Ministerio de Agricultura, a través del Programa Nacional de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Conservación de Suelos (PRONAMACHCS), implementó este vivero el cual ahora está siendo restaurado. Esta decisión surge por la intervención de Practical Action que ha empezado a impulsar actividades para la construcción de resiliencia comunitaria ante inundaciones, bajo el Marco de Medición de Resiliencia (FRMC, en inglés) como parte de la Alianza Zurich.

Aprendizajes para un futuro más seguro

Esta iniciativa forma parte de una intervención más grande que es la Escuela de Campo para la Resiliencia Climática. La idea de fondo es contar con un espacio de interacción y de intercambio de aprendizajes.  El objetivo de la escuela es fortalecer las capacidades de resiliencia de las familias de San Miguel de Viso a través de medidas de recuperación y conservación de ecosistemas frágiles, diversidad productiva y la reducción de riesgos frente al peligro de lluvias extremas y los impactos del cambio climático. Frente a estos retos complejos, el Marco de Medición de Resiliencia de la Alianza Zúrich nos guía por el camino correcto de plantear este tipo de  intervenciones integrales, bajo un enfoque sistémico, que apunten a obtener múltiples beneficios y co-beneficios.

El vivero comunal es la primera experiencia práctica de la Escuela de Campo para la Resiliencia Climática. Se busca la propagación de especies nativas que puedan aportar a la protección y conservación de los ecosistemas frágiles y la diversificación de las actividades productivas de las familias. Este terreno demostrativo servirá para producir diversos tipos de plantones forestales (queñual, alisos, sauco y pino), frutales (aguaymanto, membrillo y manzana) y medicinales (tara).

Algunos objetivos del vivero son:

  • Producir plantas nativas que beneficien la recarga de acuíferos y la reducción del riesgo frente lluvias intensas y al cambio climático.
  • Propagación de especies forestales originarias de la comunidad para forestación y reforestación en áreas deterioradas.
  • Desarrollar capacidades de los participantes haciendo uso de técnicas de facilitación educación acción, recuperando los saberes previos y enriqueciendo con nuevas técnicas.
  • Producción limpia de 10 mil plantones.
  • Diversificar la producción y salir del monocultivo.
  • Incrementar los ingresos económicos de las personas participantes.
  • Replicar la propagación de especies en los huertos familiares.

Liderazgo femenino

Si bien en el proyecto están participando hombres y mujeres de distintas edades, son sin duda las mujeres quienes han tomado el liderazgo para sacar adelante este vivero. Desde que surgió la idea de la intervención, ellas mostraron compromiso y han motivado al resto de la comunidad sobre la utilidad y beneficios del vivero.

 “Falta un poco de sensibilidad ante la comunidad, o sea hacerles saber que las plantas son buenas y para qué. De repente muchos comuneros no saben que tener plantaciones, sea de árboles o frutales, es bueno para el bienestar de nuestras propias vidas.” comenta Jessica.

Esto es particularmente importante pues, a pesar de que las mujeres en la comunidad participan en las diversas actividades productivas como la siembra y cosecha de los cultivos, la crianza y venta de los animales, las faenas comunales y las asambleas de la comunidad, muchas veces su rol es invisibilizado al momento de tomar decisiones. Asimismo, cuando la activación de quebradas colapsa las vías de acceso produciendo el aislamiento de la comunidad, son las mujeres quienes asumen un esfuerzo extra para asegurar los alimentos para sus familias. Esta es una brecha de género importante que debe ser tomada en cuenta al momento de proponer actividades para la comunidad.

Por ello, esta intervención busca alcanzar una serie de beneficios sociales que también sean sensibles a estas diferencias:

  • Incrementar la capacidad de liderazgo, participación y toma de decisiones.
  • Empoderar a las mujeres en el uso y manejo del vivero.
  • Crear mecanismos de comunicación y unión entre comunidad.
  • Promover un espacio de colaboración y compañerismo.
  • Permitir la interacción entre el grupo involucrado mujeres, jóvenes y varones.

Cabe resaltar que el Ministerio de Agricultura está apoyando a esta iniciativa a través del Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural (AGRO RURAL). Asimismo, la intervención ha ayudado a fortalecer las relaciones entre la comunidad y la Municipalidad de San Mateo, que también está brindando facilidades para implementar el vivero. Si deseas colaborar de alguna forma, personalmente o como institución, puedes escribir un correo a [email protected] .

 

Un enfoque frente a la emergencia

Finalmente, es necesario enfrentarnos a la pregunta: ¿cómo afectará la pandemia por COVID-19 a estas comunidades, a estas personas? A fines de marzo de 2020, aún son inciertos los posibles impactos y los efectos cascada que éstos generarán. Sin embargo, de una u otra manera llegarán y, como suele suceder, estos impactos serán especialmente negativos para las personas en situación de mayor vulnerabilidad. Seguramente algunas dinámicas descritas líneas arriba se agravarán.

La Escuela de campo para la Resiliencia Climática, al igual que nuestras otras intervenciones como parte de la Alianza Zúrich, plantea un cambio sistemático, no solo una respuesta a corto plazo sino un proceso hacia el desarrollo. Por lo tanto, hasta entender bien los impactos que vendrán y sin menospreciar su magnitud, podemos recordar que los objetivosya planteados, una resiliencia comunitaria que permita perseguir su desarrollo a pesar de un shock, los enfoques propuestos, adaptativos, sistemáticos, holísticos, y las escalasmulti-nivel, multi-sector, y ahora multi-amenaza, son especialmente necesarios frente a la realidad siempre compleja, siempre variable. De hecho, se diseñaron para ello.