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Por qué tenemos que abordar la desigualdad de género para una adaptación exitosa al cambio climático

Escrito por: Demet Intepe and George Williams

El último informe del IPCC es claro: el cambio climático afecta a todas las personas y regiones del planeta, pero sus impactos son altamente desproporcionados y exacerban aún más las desigualdades socioeconómicas existentes. Las personas que menos han hecho para contribuir a la emergencia climática son las más afectadas. Entre estas, las mujeres y las niñas son las más afectadas por los impactos climáticos.

El cambio climático y la «triple carga» de las mujeres

En la gran mayoría de las comunidades de todo el mundo, las mujeres soportan una carga de trabajo más pesada dentro y fuera del hogar y trabajan más horas que los hombres, a menudo sin regulaciones laborales, ni protección social. Esta desigualdad a menudo se conoce como la «triple carga», donde las mujeres asumen simultáneamente un rol reproductivo (maternidad y trabajo doméstico), un papel productivo (producción de subsistencia) y un papel de gestión comunitaria (trabajo de cuidado no remunerado y provisión de recursos). Se espera que las mujeres obtengan ingresos, corresponsabilidad en el cuidado del hogar, los niños, niñas y las personas de la tercera edad dependientes; además, que participen de espacios de decisión, construcción y otras actividades comunitarias.

Especialmente en las zonas rurales, el cambio climático aumenta la carga diaria de trabajo de las mujeres y las niñas al hacer que las actividades de subsistencia rural sean más difíciles y menos seguras. Cada vez es más frecuente la migración de hombres a zonas urbanas en busca de oportunidades de trabajo por la creciente frecuencia de fenómenos climáticos extremos y los efectos de evolución lenta del cambio climático, como la desertificación o la degradación de la tierra y los bosques que dan lugar a la disminución de los rendimientos de los cultivos y a la pérdida de pastizales. Las mujeres y las niñas se quedan en sus hogares para cuidar de la tierra, criar a los niños/as y cuidar a las personas adultas mayores. Su trabajo no remunerado, implica también encontrar nuevas formas de adaptar la agricultura al clima cambiante para ganarse la vida y mantener intactas sus comunidades. A medida que los impactos del cambio climático se vuelven más pronunciados, las comunidades rurales se enfrentan a una presión cada vez mayor sobre los recursos naturales fundamentales para la vida humana y no humana.

La capacitación de mujeres promotoras agrícolas en Bolivia es un paso importante hacia el empoderamiento de las mujeres. Las asociaciones productoras y municipios reconocen estas capacidades.

En el foco: Mujeres rurales adaptándose al clima en tres lugares

El trabajo crítico de las mujeres rurales en el mantenimiento y la mejora del desarrollo rural ha sido reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007 con la declaración del Día Internacional de la Mujer Rural, que se celebra anualmente el 15 de octubre. A medida que hacíamos la cuenta regresiva para la COP26 en Glasgow en noviembre de 2021, pensábamos que era crucial destacar cómo el cambio climático afecta desproporcionadamente a las mujeres en las comunidades en la primera línea y por qué las mujeres rurales deberían estar al frente y en el centro de la toma de decisiones sobre la adaptación al cambio climático. Pedimos a nuestros colegas de varias partes del mundo que reflexionaran sobre cómo la emergencia climática afecta a las mujeres rurales. Nuestros colegas Afsari Begum de Bangladesh,  Mónica Cuba, Julieta Vargas y Yolanda Frías de Bolivia y Alicia Quezada, Miguel Aréstegui, Miluska Ordóñez, Antonella Russo, Percy Linares, Sara Benites y Ronald Chávez de nuestro equipo de Perú compartieron algunas ideas críticas sobre cómo las mujeres rurales abordan los impactos del cambio climático en las comunidades de primera línea.

Al igual que en muchas otras partes del mundo, las mujeres y las niñas en Perú, Bolivia y Bangladesh recorren distancias más largas para acceder a combustible adecuado (leña o estiércol de animales) y suministros de agua como parte de sus labores cotidianas. Esto les resta tiempo y energía para otras actividades que enriquezcan sus vidas personales, como obtener una educación adecuada o poder participar en espacios de decisión.

Ganarse la vida es cada vez más difícil. A medida que las estaciones se vuelven más imprevisibles y la calidad de los suelos disminuye debido al cambio climático, la productividad agrícola está también disminuyendo, lo que obliga a las mujeres y las niñas a dedicar más tiempo a producir el mismo volumen de alimentos de la misma tierra. Por ejemplo, nuestros colegas señalan que, en Viso, en las montañas sobre Lima, Perú, los hogares que solían cosechar diez toneladas de alfalfa en una temporada ahora están cosechando solo seis toneladas,  esto significa una disminución del 40%.

Mujer indígena Kallawualla en Bolivia mapeando su territorio en Apolobamba.

A pesar de la aleccionadora realidad de los impactos del cambio climático, nuestros colegas contaron con entusiasmo su trabajo con las mujeres rurales para encontrar soluciones a estos desafíos. Por ejemplo, nuestras colegas de Bolivia señalan que la implementación de sistemas domésticos de recolección de agua en el bosque seco chiquitano ha permitido a las mujeres pasar menos tiempo buscando agua en los ríos y ha reducido la necesidad de comprar agua para el riego. Un hilo conductor en las experiencias de nuestros colegas es la importancia de reconocer los sistemas de conocimiento existentes y la experiencia que poseen las mujeres rurales y aportar a partir de estos sólidos cimientos. Nuestros colegas señalan que las mujeres en Bangladesh y Bolivia tienen una riqueza inigualable de conocimientos sobre los recursos naturales. Saben dónde pastear a su ganado y encontrar puntos de agua para el consumo humano, animal o para el uso productivo. Observan cómo el cambio climático afecta las tasas de flujo de los ríos y los patrones migratorios de los animales. Las mujeres rurales poseen una comprensión única de su contexto local y el conocimiento de la tierra y el agua para dar forma pragmática a sus actividades diarias y enfrentar los desafíos que el cambio climático les impone.

En el marco de la COP26, y más allá de esta, debería ser una prioridad promover un fuerte compromiso para abordar los desequilibrios de poder que sustentan las desigualdades de género en las zonas rurales; apoyar a las mujeres líderes locales y a construir su poder colectivo como estrategias prioritarias para mejorar la capacidad de las comunidades para hacer frente a los impactos climáticos. Por ejemplo, en Bolivia, Practical Action está trabajando con mujeres jóvenes para ser promotoras y defensoras activas de los recursos ambientales de los que dependen nuestra salud planetaria, apoyando su participación activa en la creación de planes de desarrollo económico local y gestión ambiental. En Bangladesh, Practical Action y sus socios trabajan con grupos comunitarios para analizar y articular sus prioridades al gobierno local. Esto incluye apoyar a mujeres y hombres para desarrollar planes de acción comunitarios en grupos separados y luego reunirse y comparar sus diferentes prioridades, ayudando a los hombres a comprender las prioridades de las mujeres, que a menudo se ignoran o borran.

Mujer hablando en un foro de la comunidad rural en Bolivia.

Mujeres líderes de empresas comunitarias en Perú y promotoras en Bolivia desafían las ideas preconcebidas y los prejuicios sobre los roles y capacidades basados en el género. Son mujeres líderes que movilizan a sus comunidades para la adaptación a los impactos del cambio climático. Toman la iniciativa en la sensibilización de sus comunidades sobre el manejo sostenible de los bosques; forman plataformas para fortalecerse y promover la defensa de las áreas de conservación; y crean espacios de diálogo, análisis y defensa de sus territorios.

Hoy, en el Día Internacional de la Mujer Rural, en Practical Action nos gustaría aprovechar esta oportunidad para reconocer cómo la crisis climática está exacerbando las desigualdades de género, con la carga desproporcionada de los impactos que recaen en las mujeres rurales. También es una gran ocasión para celebrar el liderazgo en cambio climático que las mujeres rurales ejemplifican en todo el mundo. En poco más de quince días, delegaciones nacionales, expertos y defensores del medio ambiente se darán cuenta en Glasgow para la COP26 para participar en lo que muchos comentaristas han caracterizado como nuestra «última oportunidad» para mantener el calentamiento global a 1,5 ° C.  Como Practical Action, sabemos que solo una COP inclusiva y diversa puede lograr la escala de acción climática necesaria para abordar la emergencia climática. Las voces, el conocimiento, la experiencia y el liderazgo de las mujeres rurales de las comunidades de primera línea son fundamentales para negociar las soluciones inclusivas, efectivas y sostenidas de las que todos dependemos ahora. Como Mary Robinson, la ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo famosamente: «El cambio climático es un problema hecho por el hombre con una solución feminista».

 

 

 

Para leer el artículo original en inglés por favor vaya a este link

Entérate qué esperamos como Practical Action de la COP26: La cuenta regresiva final (Inglés).

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