Diez lecciones para la gestión del riesgo de inundaciones en Latinoamérica
Las inundaciones -los desastres naturales más frecuentes— traen serias consecuencias socioeconómicas en el mundo y en la región. En el ámbito global, las catástrofes de origen hidrológico y meteorológico han causado daños que superan los 900 mil millones de dólares durante la última década. En el caso de Latinoamérica, se estima que, entre 1900 y 2013, las inundaciones acarrearon daños del orden de los 117 mil millones de dólares. Lo que es peor: segaron la vida de cerca de sesenta mil personas. Brasil, Colombia, Argentina y México han sido los países con más afectados en la región. Esta clase de desastres golpea con más fuerza a las ciudades. De acuerdo con una investigación de Elizabeth Mansilla, el 86% de los eventos registrados en América Latina entre 1980 y 2009 ocurrieron en zonas urbanas y periurbanas. La vulnerabilidad de la población se agrava por las condiciones de pobreza, que empujan a muchos a ocupar viviendas y terrenos inseguros (por ejemplo, barrancas y zonas inundables) en procesos no planificados de urbanización. En ese contexto, la gestión del riesgo de inundaciones (GRI) recién comienza a ser incorporada en la planeación y en las políticas públicas. Afortunadamente, ya existen buenas prácticas de las que podemos aprender. El estudio “Inundaciones en zonas urbanas de cuencas de América Latina”, que elaboró Fernando Aragón Durand por encargo de Practical Action, examinó el conocimiento sobre este problema en la región y las estrategias desarrolladas para enfrentarlo. En especial analizó cuatro casos significativos para entender los desafíos y los avances al respecto: se trata de las ciudades de Bogotá, en Colombia; Blumenau, en Brasil; y Durazno y Melo, en Uruguay. A partir de dichos casos y de otras experiencias recogidas en la investigación, podemos identificar diez lecciones para la prevención y una respuesta adecuada ante esta clase de eventos: