Información regional sobre Planes Nacionales de Adaptación: Una mirada a América Latina

Autores:
Alejandro Jiménez
Año:
2020
Colección:
Resumen:

El cambio climático se viene manifestando en América Latina de manera distinta pero contundente. Así, el capítulo sobre Centro y Sudamérica del Quinto Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) (Magrin, G.O. et al., 2014) indica que los promedios anuales de lluvias en el sudeste de Sudamérica han venido aumentando, mientras que en Centroamérica y el centro-sur de Chile han tendido más bien a decrecer; las temperaturas, por su parte, desde mediados de 1970 han aumentado en casi toda la región. El panorama para el futuro es severo, las proyecciones climáticas realizadas para el 2100 muestran tendencias que podrían mantenerse, con aumentos de temperatura de hasta 6,7 °C para Centro y Sudamérica y cambios importantes en las lluvias de hasta -22% en Centroamérica y el noreste de Brasil, +25% en el sudeste de Sudamérica y aumento de períodos secos en la zona tropical al este de los Andes (Magrin, G.O. et al., 2014). Estas proyecciones presentan valores futuros que pueden cambiar de forma drástica la dinámica hidrológica de América Latina, como también afectar el suministro de agua para las ciudades, la generación hidroeléctrica, la agricultura y la salud. Se estima que en 30 años los impactos socioeconómicos asociados a la reducción de los caudales de los ríos podrían alcanzar entre 957 y 3589 billones de dólares americanos en pérdidas, debido a cambios en la provisión de servicios ambientales (Lapola et al., 2018). Paralelamente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que con un aumento de 2,5 °C las pérdidas económicas alcanzarían un 2,2% del PIB regional (CEPAL, 2018; IADB, 2013). Sumado a lo anterior, podrían variar la frecuencia y la intensidad de fenómenos extremos asociados a la variabilidad climática, como el fenómeno El Niño Oscilación Sur (ENOS). El fenómeno del 2015-2016 -uno de los más fuertes desde 1950 según el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN, 2017)- generó intensas lluvias, inundaciones y deslizamientos que devastaron cultivos e infraestructuras civiles en el sur de Sudamérica. Por su parte, en el Corredor Seco de América Central y zonas áridas de República Dominicana, la sequía impactó la agricultura de granos básicos y la seguridad alimentaria de 1,2 millones de personas y amenazó el transporte de mercancías por el Canal de Panamá. El caso del Canal se ha vuelto recurrente: si bien se dieron lluvias torrenciales entre agosto y noviembre de 20182, la sequía del primer semestre del 2019 -causada nuevamente por El Niño- obligó a restringir el peso de las embarcaciones que cruzan esta vía (NY Times, 2019). Además, la sequía en el norte de Sudamérica afectó cultivos y producción de energía en Colombia y Venezuela.