Madre Selva

El café es la segunda bebida más consumida a nivel mundial (después del agua), situación que no es diferente en países como Bolivia, donde resalta no sólo en los espacios más cotidianos, sino en las cada vez más frecuentes y exigentes, cafeterías especializadas.

Alrededor del 95,4% del café boliviano se cultiva en la región de los Yungas, del departamento de La Paz, principalmente en la provincia de Caranavi. Según expertos, el café boliviano se encuentra entre los mejores del mundo por su aroma y acidez, gracias a las cualidades que ofrecen los suelos donde crecen los cafetales. 

El maestro tostador, se convierte en un artífice para transformar el café verde, en un producto listo para el consumo. Es la persona responsable de marcar las directrices de tostado y, por tanto, del resultado final del café, representado en su sabor. 

La producción de café, desde épocas pasadas, estuvo a cargo de productores individuales, que buscaban formas de comercializar su producto y que  posteriormente se fueron organizando en torno a organizaciones y emprendimientos para ingresar en el juego de los mercados con diferentes ofertas. 

La Asociación de productores cafetaleros de Taipiplaya, Asocafé, y su producto de café terminado: “Madre Selva”, es uno de estos emprendimientos que nace el 2016 como una idea de negocio de Edwin Copa y Paulino Medina, dos jóvenes de la asociación dedicados al manejo productivo y la mejora de los métodos de tueste para lograr un café terminado de calidad.

Ese año, el municipio de Caranavi fue anfitrión del Programa de Emprendimientos Asociativos Rurales Innovadores, que buscaba priorizar emprendimientos, apostando por la juventud, por sus ideas de innovación que involucraban al desarrollo local de la región en torno a la producción cafetalera y forestal. La organización de este evento, liderado por Soluciones Prácticas, se enmarcó en el proyecto Café Correcto, proyecto binacional financiado por la Unión Europea que tiene el propósito de incrementar los niveles de empleo decente de trabajadores rurales informales que participan en las cadenas de valor del café en 3 regiones de producción de Perú y 2 de Bolivia, en el marco de un proceso de fortalecimiento del modelo asociativo y el acceso a sistemas de aseguramiento y protección social de incidencia nacional y binacional. En Bolivia es implementado por ProgettoMondo Mlal, Soluciones Prácticas, Cioec Bolivia y Fecafeb.

Muchos emprendimientos suelen quedar en ideas o en planes de negocios, mucho más si las personas proponentes son jóvenes: “Yo rescato del proyecto que es el primero que toma en cuenta a los jóvenes”, señaló Edwin, enfatizando que junto a Paulino  y otras cinco propuestas, ganaron el premio del concurso: un capital semilla de USD 10.000 para financiar su emprendimiento. Este año (2018) se repitió el proceso para impulsar a  otros seis emprendimientos. 

Con el capital ‘contante y sonante’, los integrantes de Madre Selva, priorizaron la compra de equipos: “una trilladora, empaquetadora, molino, selladora, balanzas y estantes”, describió Paulino.

Han pasado siete años desde que Edwin y Paulino ingresaron a Asocafé, que aglutina a pequeños productores caficultores desde 1990, quienes trabajan en toda la cadena productiva orientada a mercados orgánicos y de comercio justo. La organización cuenta con 36 comunidades productoras de café. 

Madre Selva nació por la necesidad y la gran demanda de un café terminando para el consumo. “La gente viene aquí y nos pide café y de ese modo despierta la curiosidad de tener un emprendimiento y entregar un producto terminado. Tenemos clientes que vienen continuamente”, nos cuenta Paulino 

Detrás de un buen café existe una serie de procedimientos a seguir que implican no sólo a especialistas, sino a procesos de laboratorio y catación. “Lo primero que yo hago es ir a la planta donde se almacena el café seco para sacar muestras. Todos los días me llegan diferentes tipos de café de las comunidades”, señaló Edwin quien reconoce que  cada café, de alguna forma, reduce el ritmo del proceso de producción ya que pueden tener cualidades diferentes y ellos tienen el compromiso de entregar un producto final homogéneo: “Nosotros trabajamos más que todo con el tema de laboratorio, antes que salga al marcado. Esa es nuestra garantía, cumplir al consumidor con buen café” subrayó.

 Entre los tostadores, los conocimientos, las prácticas y las experiencias son las herramientas clave para la obtención de un café, agradable y de calidad. Madre Selva cuenta con integrantes que aportan a esta calidad. “Mi compañero es un especialista y es muy bueno; ha participado en diferentes torneos, en diferentes tasas de excelencia a nivel nacional. Él fue el mejor tostador de excelencia en el 2007, 2008 y 2009” resaltó Paulino, enfatizando el rol de Edwin.

Desde que inició el emprendimiento, Madre Selva cuenta con un sistema interno de control para garantizar el café orgánico y natural que promete a sus consumidores:

“Nosotros tenemos un sistema de control interno: se verifican las parcelas y  se trabaja con la certificación biolatina (…); para garantizar que el producto sea orgánico. Ese documento se consigue a través de las evaluaciones que se realizan a los productores, se hace una inspección interna, los promotores de las comunidades visitan a los productores; el personal técnico que está en la asociación verifica con visitas, lo que han declarado los productores y además se tiene un personal externo que vuelve a verificar” compartió Paulino. 

Mientras este emprendimiento crece y  se abre mercados gracias a la calidad de sus productos, Madre Selva beneficia directamente a su organización Asocafé, con la compra de la materia prima de sus socios. Pero además posiciona  a esta organización como  una asociación de productores de café con sello ecológico gracias a un café terminado con garantía de calidad.

Por: Yolanda Frias y Shirley Pazos