Mujer, chocolate y tecnología

Élida, chocolatera desde la cuna

Élida Cayuba tiene 43 años, el último de los cuales lo ha dedicado a dirigir como presidenta al Emprendimiento de Mujeres Productoras Agroecológicas de Tucupi(EMPAT).

Élida nació en Tucupi, hija de chocolateros aprendió tempranamente las prácticas del cultivo del cacao, labor que la llena de felicidad al ver su parcela bien cuidada y producir como lo hace.

Se separó de su esposo hace 8 años, evento que reconoce que le da holgura para desempeñar sus diferentes roles: madre de 2 hijas y 3 hijos, líder y chocolatera. “Soy mama y papá de familia, ya me he acostumbrado trabajo para mis hijos y por supuesto para mí”, dice entre risas mientras reconoce que este no es el caso de todas las mujeres:

“En la organización hacemos reuniones, hay trabajo de 2 o 3 horas y a veces de un jornal completo, siempre hay qué hacer;  como no tengo pareja, yo dispongo de mi tiempo, hago mi plan de trabajo, me manejo a mi antojo, pero séque cuando estas con alguien es distinto”.

A decir de Élida, este “estar en pareja” o estar casada es uno de los motivos por los cuales EMPAT  ha reducido la cantidad de socias: “Ahora en EMPAT somos 6 mujeres de 15 que éramos en un principios; se fueron mermando a 10 y ahora han quedado 6 personas, el tiempo y el aporte económico [25 Kg por cosecha] les asusta. Ser mujer es difícil, tienes cosas que hacer en la casa, los hijos y los esposos parece que se ponen celosos, no quieren mandar a sus señoras. No podemos obligarlas a que se queden porque si están contra su voluntad o de corazón partido van a haber problemas” concluye la presidenta.

Las seis mujeres participan de buen ánimo “estamos las que queremos trabajar, las que queremos ser más, las que no quieren trabajar se van a quedar” se motivan entre ellas. Su trabajo además del de la casa y el chaco consiste en limpiar el lote donde han construido el secador híbrido del cacao y seguir mejorando su infraestructura:

“Trabajamos el terreno, hemos hecho el galpón, sacamos el charo, limpiamos, plantamos, reímos. Ahora estamos reuniéndonos para hacer un estatuto orgánico y un reglamento interno, para organizarnos mejor, nos tenemos que apurar”.

La motivación no es sólo de equipo, Élida recuerda que el año que ingreso a la entonces AMET (Asociación de mujeres emprendedoras de Tucupi), su incentivo se basó en el de poder entregar su cacao en baba porque  esto implicaba que no tenía que trabajar tan arduamente en el fermentado y en el secado, que representaba 2 semanas de labor constante hasta la venta,  “ahora son dos días de sazonado, se desconcha, se seca en el secador y entra a la venta, antes eran dos semanas  y dos semanas para vender mi cacao es fuerte económicamente, no se puede estar tanto tiempo sin un ingreso” afirma Élida, quien como otras mujeres en Palos Blancos, se dedican también a vender comida en eventos de la comunidad y de otras comunidades para satisfacer su canasta de necesidades básicas.

“La secadora nos ayuda económicamente porque facilita el trabajo con el cacao, másque todo en época de invierno, cuando no solea, hace frio, antes perdíamos bastante, no nos compraban porque le entraba moho o la cáscara estaba negra, ya no tenía el mismo precio. Ahora el secado es uniforme”. 

El cacao más cotizado es el criollo por su aroma, cantidad de grasa y sabor; su época de cosecha es entre enero y marzo. El híbrido tiene un periodo más largo de cosecha (abril a octubre), pero el kilo se cotiza con un precio más bajo (Bs 8, 60 frente a Bs 9, 60 que paga el CEIBO por un kilo de pepa en baba de cacao criollo).

EMPAT quiere ingresar al CEIBO y están buscando alternativas para ser parte, las cooperativas ofertan acciones desde los Bs 25000 hasta 8000, costo que es alto para estas mujeres “En nuestro distrito la cooperativa más equipada y la mejor es Simayuni, pero una acción para ser socio cuesta Bs 25 000, nosotras como mujeres difícil que podamos conseguir esa plata. Acá los intermediarios que compran la pepa en baba pagan entre Bs 500 y 700 dependiendo el cacao, el Ceibo compra a sus socios a Bs 1250, nosotras estamos tratando de entrar al Ceibo”. Mientras esto sucede, esta mujer con ayuda de sus hijos se ocupa de su parcela, trabaja su liderazgo internamente con su organización y mira con esperanza al futuro.

El año pasado Élida logró secar 15 quintales de cacao con una pérdida muy baja, aunque sabe que la calidad de la pepa en baba depende también del manejo adecuado de la parcela y sobre todo de la poda, resalta el gran beneficio del secador, el que también lo alquilan para generar un ingreso como organización.

EMPAT es una de las organizaciones beneficiadas por el proyecto Mujer emprendedora, implementado por Practical Action (Soluciones Prácticas) en alianza y con el apoyo de Christian AID con el objetivo de contribuir al proceso de desarrollo local inclusivo, a través del desarrollo tecnológico y el fortalecimiento de las organizaciones económicas, promoviendo la participación de la mujer en la dinamización económica local a través del acceso a la tecnología y el empoderamiento en la gestión comercial.

El secador híbrido en época de lluvia, más alternativas para las mujeres productoras en Palos blancos

El secador híbrido en época de lluvia, más alternativas para las mujeres productoras en Palos blancos

El secador híbrido funciona de enero a octubre de forma continua, los meses más altos de producción de cacao y por lo tanto del secado son de junio a septiembre; desde octubre a marzo las lluvias mojan, remojan e inundan a Tucupi.

“Ahora que llueve estamos haciendo harina de banano (Chila), estamos usando el secador para eso” señala Élida Cayuba, presidenta de EMPAT o el Emprendimiento de Mujeres Productoras Agroecológicas de Tucupi. La producción de cacao criollo es la que prima en esta época, pero no es suficiente como para mantener activo el secador todos los días, y estas mujeres -con ayuda de Soluciones Prácticas y Christian Aid- han decidido innovar en su uso preparando la tradicional chila

La chila conocida más popularmente como harina de banano, es un alimento tradicional en este municipio que es conocido también por su producción bananera, es un alimento rico en almidón resistente, un tipo de carbohidrato que tiene propiedades que actúan en el cuerpo y que son similares a las fibras por lo que mejora el estreñimiento, provee una sensación de saciedad, disminuyendo el hambre; pero además, previene el colesterol, actúa como antidepresivo, regula los niveles de azúcar en la sangre, por su alto contenido de potasio previene calambres musculares; enfermedades del corazón y acelera el metabolismo entre otras cosas.

La preparación tradicional de la chila consiste en pelar los bananos, cortar en rodajas diagonales, ponerla a secar y remover o voltear constantemente para un secado uniforme. Una vez que está seco, se muele con tacu o una máquina hasta que sea harina. Mezclada con leche y azúcar es un gran desayuno para niños y niñas, pero la creatividad y tradición permiten productos como galletas, laguas, sopas, queques, api, etc.

“Yo recuerdo cómo mi mamá preparaba la chila sin secador cuando era chica: lo pelaba el banano, lo cortábamos y lo poníamos sobre una sábana; secábamos en el ambiente, luego lo molíamos en batan o con tacu, tardaba en secar de 3 a 4 días removiendo constantemente” comenta Élida.

“Ahora tarda 2 o 3 días porque hemos puesto mucha cantidad, pero hemos metido unas parrillitas  con bandejas para ganar espacio” EMPAT está realizando pruebas para obtener un buen producto, colocaron 3 chipas a secar (35 racimos aproximadamente): “lo hemos pelado y lo hemos pesado, ya sabemos que por kilo perdemos 250 gr por la cáscara, perdiendo un total de 3 arrobas en pulpa húmeda, estamos haciendo el proceso y vamos a ver cuánto va a mermar sobre eso cuando este seca; luego aprovecharemos para pesar su consistencia en seco.

“Estoy bien contenta porque vamos a tener un ingreso económico extra, ahora  tenemos que ver mercado para dedicarnos a la chila” señala, mientras hacía la remoción de los bananos.

Rápido, bonito y de calidad

Nelva Jou tiene 63 años, a sus 28 años se casó y con ello adquirió el derecho de una tierra como medio de subsistencia, son 35 años los que ha dedicado a esta parcela, a su familia compuesta por 5 hijos, 3 hijas y su esposo que murió hace tan sólo 4 años. Desde este fatídico episodio en su vida, sus hijos de 30, 22  y su hija de 43 la apoyan tanto en la casa como en la parcela “si no me ayudan, no tienen comida”, suelta una carcajada.

La mujer de trenza gris, sabe que cada uno de sus hijos tiene una vida y también es consciente del peso de los años, por eso para trabajar su parcela de agroforestales con cacao, suele contratar personas por jornales para que le ayuden con la limpieza y la poda: “Normalmente me levanto 6 de la mañana pero cuando tengo gente contratada me levanto a las 5 para hacer desayuno para ellos y para mí -porque nosotros desayunamos completo [arroz, huevo, carne, tomate, café y pan]- y también el tapeque [merienda, que a veces distrae el hambre hasta el retorno del lote productivo a eso de las 5 de la tarde]. Cuando estamos bien, agarro mis herramientas y junto con la gente voy a trabajar para que ellos sepan que van a hacer, hay que vigilar que hagan como una haría”.

El pago por jornal por estas labores es de 120, pero si Nelva les provee la motosierra el precio se reduce en un 50% “ese dinero lo recupero con la cosecha, a veces también se pierde, pero sino se hace le entra la enfermedad; también hay que deschuponarla planta, para que produzca harto cacao, además hay que hacer los injertos, renovar las plantas, siempre hay una y otra cosita en que entretenerse”.

Después de este “menudo trabajo”, viene la cosecha, el sazonado, desconchado y secado, proceso que podía tardar más de 9 días para Nelva, multiplicado por la cantidad de grano que hace  25 años producía su parcela: “he notado un cambio, ahora secar es más rápido que antes, teníamos que esperar 8 días para guardar las babas y remover díapor medio según el clima; a veces eran más de 15 días porque no calentaba [no había sol].

Ahora como vendemos en baba se fermenta en 4 o 5 días y seca en tres días,… ¡antes eran 9 días! y no secaba bien, tardábamos en vender, le entraba el moho y no se podía vender en su precio; ahora sale con secado uniforme, sale más rápido, bonito y de calidad”.

“Ese tiempo que ahora me sobra, lo dedico a otra cosa, a limpiar la parcela, a hacer el injerto, o lavar ropa, por lo menos ahora descanso uno o dos días, cosa que antes no se podía  descansar” finaliza Nelva.