Una finca sostenible es posible
Judit Gel Chinchay
Rodeada de cafetales verdísimos, en medio de El Pindo, a 2 horas de Jaén, Judit Gel Chinchay se desliza con naturalidad felina. Hay árboles de Catimor -la variedad que mejor se adapta a las condiciones de este terreno a 1500 msnsm-, que reposan bajo la sombra de algunas guabas.
Judit es una mujer férrea que asumió hace poco la vicepresidencia del comité de El Pindo de la cooperativa de Cenfrocafé. Desde entonces, sus ganas por generar un cambio positivo en su cooperativa son aún mayores. Cuando empieza a hablar acerca de su finca y de los nuevos requerimientos y atenciones que demanda, su voz adquiere una convicción tremenda. A pesar que sus parcelas tienen solo 15 años y que la producción del año pasado no fue tan buena por el clima, su tesón es a prueba de sequías y temporales
Algo está pasando en El Pindo. De pronto, a Judit la acompaña un joven con el mismo acento que ella, pero quince años menor. Se llama Manuel Silva Águila y es hijo de uno de los fundadores de Cenfrocafé. Ambos recorren el campo, revisan los canales, seleccionan algunas plantas, señalan algunos brotes. Están haciendo un diagnóstico. Ella, la agricultora tradicional (que también cría algunos animales). Él, el novel extensionista, dedicado a la renovación y rehabilitación de cafetales. Ese relevo generacional es lo que asegura la sostenibilidad de la finca: que los jóvenes se involucren con las labores del campo, pero desde una perspectiva más técnica. Y los más experimentados, con esos saberes aprendidos en la tierra mediante ensayo y error.
Manuel fue uno de los jóvenes beneficiados del programa de formación técnica, brindado por Practical Action, que consistió en ofrecer cursos de formación para asistir técnicamente en el tratamiento y cuidado de cafetales. Este programa se desarrolla dentro del marco del proyecto binacional Perú-Bolivia, Café Correcto, liderado por ProgettoMondo Mlal e implementado por el consorcio formado por la Junta Nacional del Café, Instituto de Promoción del Desarrollo Solidario INPET, Cooperativa Fortalecer, Coordinadora de integración de Organizaciones Económicas Campesinas de Bolivia (CIOEC-Bolivia), Federación de Caficultores Exportadores de Bolivia (FECAFEB) y Practical Action, desde marzo 2015 a febrero 2019, con el financiamiento de la Unión Europea.
Por eso, ahora, Manuel está junto a Judit en el campo.
Aunque la primera vez que se lo dijeron no se lo creyó, una finca bien manejada puede producir durante cien años. Ahora Judit utiliza tanques tina, pozos de agua miel, hace fumigaciones con insumos no contaminantes y emplea huecos relleno donde acumulan restos orgánicos que luego se convierten en compost natural. Por supuesto, ese abono lo emplean en las plantas y ya no tienen la necesidad de comprar algún componente químico. “Me siento feliz, porque siento que voy a aprender más sobre cómo manejar mi finca”, dice Judit. Manuel Silva entonces interviene y le aconseja: “Debe estar circulado y tapado, porque esta descomposición proyecta gases. También puedes reforzarlo con micronutrientes: roca fosfórica, guano de isla, sulfato de potasio. Es que la planta requiere calcio, boro, potasio, magnesio”. Con dicha fertilización, se puede triplicar la producción promedio de quintales de una finca.
¿Cuáles son los beneficios de la rehabilitación de los que habla Manuel Silva? Por ejemplo, los cafetales de Judit solo tienen fruto en la punta, en el cogollo. Si la parte de abajo, la descubierta (que llaman pollera) también desarrollara frutos, sería una planta pareja, de puros granos. Es decir, la cantidad cosechada sería mayor. A diferencia de la renovación –que implica sacar la planta vieja y deteriorada para colocar una nueva-, el método que sugiere Manuel Silva es la rehabilitación: una poda delicada para seleccionar los mejores brotes y así garantizar tejidos nuevos.
Para Alfredo Cruzado Ramírez, coordinador de la unidad de gestión y desarrollo de proyectos en Cenfrocafé, este proyecto de Café Correcto capacita en temas de cultivo orgánico y sostenible, de comercio justo y además empodera a los jóvenes al involucrarlos en la cadena productiva del café. “Necesitamos profesionales para hacer monitoreo y auditoría, que puedan hacer visitas in situ a cada predio, para hacer diagnóstico y evaluación. Ubicados en la misma zona de influencia de la cooperativa, son guías de consulta inmediata para el productor”, dice Cruzado. “Me siento satisfecho de ir ganando experiencias, de compartir lo que voy aprendiendo con mis papás, vecinos y cada agricultor que visitamos. Darles consejos para mejorar su producción, su estilo de vida y que puedan tener una finca rentable”, añade Manuel, que sueña con poder llevar más cursos y talleres en Colombia o Brasil.
Esta iniciativa, sin embargo, no solo significa que la comunidad tendrá acceso a mano de obra joven y calificada que pueda asesorarlos con tecnología y cuidados modernos, sino que estas políticas reivindican la asociatividad: ante la égida de los hijos de los fundadores buscando oportunidades en las ciudades, los jóvenes deben contar con un espacio de representación dentro de sus comunidades, gremios y cooperativas. Ahora Judit siente más cerca esa ilusión de la finca de cien años, cuyos beneficios ayudarán a las generaciones que vengan.